Capítulo 30

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Está amaneciendo cuando al fin llegamos al campamento Sahura. Debido a que Tadeo manejó a una alta velocidad, bajamos del auto antes de lo previsto. Sin embargo nada hubiera podido prepararnos para la extraña escena que encontramos.

Dicho campamento está abandonado desde hace años. Existe el mito de que turistas curiosos lo visitan en busca de fenómenos paranormales. Otros simplemente para drogarse. Nosotros para esconder cadáveres.

Frente a nosotros se encuentran Zoé y Branco. Mi hermana no parece estar abatida o en el estado que había demostrado por llamada telefónica. También hay dos palas que Branco se encarga de patear, quedando a nuestros pies.

—Comiencen a cavar.

—¿En serio, Branco? —me burlo—, ¿cavar nuestra propia tumba, eso fue lo mejor que se te ocurrió?

—Se le ocurrió a tu hermana, de hecho.

—Que bueno, que sean tres entonces —Tadeo que necesita dormir tanto como yo, ya no está para juegos y lo apunta. Yo hago lo mismo con Zoé y ella conmigo.

—¿Es cierto, hermana, después de todo lo que pasamos simplemente me traicionaste?

—Branco y yo estamos juntos. Él me contó todo acerca de los planes de Tadeo. La relación que tenía con nuestra madre, de quien por cierto intentamos escapar desde que tenemos uso de razón. Sobre ustedes dos... obsesionados uno con el otro. Nada bueno puede salir de eso, sabía que no podía contar con vos, te perdí en el momento en el que fuiste tras él, porqué sé que te ha gustado, te ha llamado la atención su oscuridad y personalidad tan idéntica a la tuya desde que llegaste a la mansión. Era cuestión de tiempo para que se unan, y yo debía elegir. Elijo hacer el bien, Bianca.

—¿Y... qué es el bien, hermana? —doy un paso hacía ella y hace lo mismo en el sentido contrario. Branco mira de su amante a mí.

—Enterrar la maldad y es lo que haremos. Comiencen a cavar —contesta Branco por ella—. Identifiquen las tumbas de mis padres —su voz se quiebra al pronunciar aquello—, irán en su lugar.

—¡No, pasamos horas cavando para enterrar a tus padres! —se queja Tadeo—, ¡no pienso arruinar mi trabajo!

Branco apunta su arma en dirección a mí.

—Luego de que mis padres se encontrarán en el hospital con vos, te pidieron un tiempo para poder venir a despedirse de mí. Me pareció extrañas las palabras que emplearon, «te amamos por sobre todas las cosas, hijo, haríamos cualquier cosa por tu bienestar, moriríamos por vos una y otra vez si eso significaría mantenerte con vida» —repite, sus ojos negros se llenan de lágrimas—. Volví a la mansión, busqué y busqué a mis padres... y no estaban, ¿por qué, Bianca, por qué me arrebataste lo único bueno que tenía?

—Vos, hijo de puta, liberaste a los policías, cortaste la luz y después te llevaste a esta inútil. Que plan de mierda —concluye.

Respiro de forma forzada. La adrenalina mezclada con las emociones juegan en contra. Branco y yo quedamos cara a cara, la punta de su arma enfría mi frente y la mía apoyada en su corazón.

—Vos los conocías, pasamos ratos juntos, los sentías incluso más cercanos que a tus propios padres, ¿cómo pudiste haber sido tan cínica?

—Claro que me importó, sí lo hizo...

Suelta un suspiro lleno de derrota.

—Las traiciones que más duelen siempre serán la de los amigos que creías hermanos, ¿no? —solloza, se ve como solo un demente podría. Sus ojos transmiten furia y tristeza, sé que sería capaz de matarme, así como yo de forma metafórica clavé un puñal en su espalda—. No me queda nada, mejor amiga, nada.

Dulce Asesina SerialDonde viven las historias. Descúbrelo ahora