Capítulo 17

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Ahogo una mueca al ver a Alejandro limpiarse su propio vomito de las comisuras de su boca. Su novia le pasa un papel.

—Bueno...—indago—, ¿van a contarme?

—Sí, espera, chica. Acabo de devolver cinco cervezas como si no hubiera un mañana.

Tamborileo los dedos contra la mesa. Ansiosa.

—¿Qué queres saber?

—Todo.

Alejandro pide un vaso de cerveza más.

Alzo una ceja.

—¿Qué? —se defiende.

—Si después te sentís mal, no quiero oírte joder —protesta Martina.

—¿Para qué saber «todo» cuando podes atenerte a lo más simple: alejarte?

Ojalá fuera tan fácil, así que miento.

—Es mi vecino. Siempre nos cruzaremos.

Entrecierra sus ojos.

Una mesera deja su cerveza y Martina se la roba, empezando a beber.

—Al menos déjame la mitad —se queja él.

—Obsérvame, cómo tengo más resistencia que vos.

—Oblígame —dice él, con una sonrisa pícara.

Y... comienzan a besarse.

—Chicos...

—¡Okey! Mira, lo que sé es sobre la infancia de Tadeo. Lo que él me contaba cuándo éramos amigos y lo que yo veía al ir a su casa. Su padre era un turista cuando conoció a su madre que era originaria de Tandil, ella venía de una familia con mucho dinero —hace énfasis—. Se casaron y al tiempo tuvieron a Tadeo. Su padre era un fanático religioso, meh, más bien un lunático del carajo. Y se notaba como poco a poco, su madre iba perdiendo la cabeza por su culpa. Ella siempre amo a Tadeo, hasta que falleció fueron inseparables. Su padre le pegaba continuamente, y Tadeo por querer protegerla, pasó por el mismo destino.

—Él cree que nos alejamos pero no fue así —suspira Martina—. Muchas veces fuimos a su casa a la espera de encontrarnos con él pero siempre éramos recibidos por su padre, quien no nos dejaba pasar. Un día, conseguimos hablar con Tadeo a las afueras de su casa, tuvimos una gran pelea, al parecer su padre le había dicho mentiras sobre nosotros que le crearon un recelo enorme. Fue imposible tratar de que nos escuche, ya él no era el mismo. Y desde allí no hablamos.

—¿Qué ocurrió con sus padres? —pregunto. Siento que esa es una pieza clave del rompecabezas.

—Lo que el pueblo dice es que su padre...

Un hombre cubierto por ropa negra y una capucha le tira encima la cerveza que Alejandro bebía y toma el celular de Martina que estaba sobre la mesa, para salir corriendo.

—¡No! —grita Martina.

Rápidamente se levantan para ir tras él.

—¡Vamos, Bianca!

Los imito. Aunque no quería dejar la tranquilidad del lugar de la cervecería, me gustaba sentir la adrenalina corriendo por mis venas al atravesar las calles oscuras de la ciudad. Como llevaba la delantera, el hombre de traje negro comenzó a apurar el paso. Antes de que lograra llevarme ventaja, salte sobre él, derribándolo y aplastándolo contra el cemento.

—¡Te tenemos, hijo de puta! —exclama con alegría, Martina.

La pareja se coloca a mis lados.

El chico debajo de mí, tose desesperadamente. Ay no, no puede ser. Me levanto rápidamente.

Dulce Asesina SerialDonde viven las historias. Descúbrelo ahora