Capítulo 6

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—¡Está muerto! ¡Él está muerto! ¿Cómo...? ¿Cómo pudiste?

Su garganta emite sonidos desgarradores, sollozos que provienen directo de su alma quebrada, gritos cubiertos de temor, improperios impulsivos, y siento su dolor como propio.

Mis bellos se erizan porqué aún antes de trazar el camino de desastre, sé quién está detrás de la locura. Nos lo advirtió, ya es tarde, el caos se presentó, y así junto a la primera víctima de muchas más que llegarían. Su cuerpo no está tenso a pesar de haber vivido un momento de adrenalina, lo único que deja percibir es una expresión dura, una mirada fría y vacía, tal vez esa es su forma de expresar su excitación, no transmite absolutamente nada más que calma.

A veces nos cuesta mucho despertar de nuestra ensoñación y otras toma tan poco —como un segundo, como este segundo— y el miedo y la ansiedad es tanta que paraliza cada una de nuestras extremidades. Daba por hecho una realidad que no era real. El miedo a la decepción, la que se cumple ahora; un cuchillo en su mano cubierto de un espeso líquido rojo que en pequeñas y largas gotas cae al suelo y salpica a la víctima.

Tiemblo cuando siento sus miradas, una cargada de tristeza y otra de maldad, entonces la última pronuncia con un tono inverosímil.

—Ve a empacar.

Me incorporo de golpe, sudando y mi respiración jadeante. Pero eso no es lo peor, cuando vuelvo en sí, recorro todo el cuarto con la mirada, dejo escapar un grito. Una habitación que no es la mía, ¿dónde carajo me metí?

Al menos mi nueva desgracia me distrae de la original.

—¡AH! —volteo hacía la dirección del grito y observo cómo un Kayden somnoliento cae de un sillón. Se deshace de sus mantas con una velocidad alarmante y corre a mí, el colchón se hunde cuando se sienta a mi lado y abre mucho sus ojos—. ¿QUÉ OCURRE?

Su aliento mañanero me hace fruncir la nariz y me alejo, levantándome de la cama.

—Solo fue una pesadilla. Por cierto, ¿me teletransporte o qué?

Suspira. Y mi mirada al fin cae en él, su pijama es blanco, la ligera capa de sudor en su rostro lo vuelve más atractivo. Sus facciones son angelicales, no hace falta mirarlo dos veces para notar qué tiene rostro de niño bueno. Pero las apariencias engañan.

—Ayer con mis padres te esperamos para la reunión y me pareció extraño que nos plantaras. Hasta que nos enteramos de tu castigo y pronto te saque de... ese lugar.

—No recuerdo que me sacarás.

—Por supuesto que no, estabas desmayada. Te traje anoche —desliza su vista a un reloj colgado en la pared— y al parecer dormiste más de doce horas seguidas.

—¿Qué? —alzo la voz. Nunca duermo más de seis horas—. ¡¿Por qué no me llevaste a mi habitación?!

—Creí... creí...

—¿Qué? —está vez si grito y logro que se ponga más nervioso.

—Creí que no te sentirías cómoda con tus padres. Y yo...—titubea y carraspea— después de lo que te hizo quería verificar que estuvieras bien.

—¿Qué estuviera bien? —intento fingir demencia—, me siento más que bien —reconozco en una mentira y hasta puedo creer mis palabras de lo fácil que me resulta engañar.

—Todos estaban al tanto de tu castigo, Bianca.

Me congelo en mi lugar. Niego, sin poder creerlo. Papá no me dejaría a mi suerte, mucho menos Branco, incluso Freya.

Dulce Asesina SerialDonde viven las historias. Descúbrelo ahora