IV. A orillas del Moscova

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Encerrado en su oficina Victor Nikiforov trató de muchas maneras el olvidarse de que no le habían dado una sociedad en "Vasílevich, Smirnov & asociados".

Todos sabían del fiasco y muchos compañeros de la oficina habían perdido apuestas. Todos pensaban que esa sociedad se la merecía él. Era cantado en todas las áreas que el siguiente asociado de la compañía sería el genio de los contratos, el guapo Victor Nikiforov, el único que podría vencer la barrera límite de edad para convertirse en el socio más joven de toda la historia.

Nadie apoyaba más a Victor que todos sus compañeros, pero lamentablemente los demás no eran importantes para las tomas de decisiones de la firma.

Cuando se hallaba buscando una aspirina para acabar con la migraña que lo aquejaba, sonó su teléfono. Era Chris, quien estaba al tanto de lo importante que era ese día para su hermano.

―Oye, Vitya, dime: ¿Qué se siente ser socio del mejor bufete de abogados de Rusia?

―No lo sé, Chris, tendrías que preguntarle a Mila porque a mi no me lo dieron.

Chris quedó callado de la impresión por varios segundos. La voz de Victor sonaba fatal y no estaba preparado para una noticia como esa. Él había supuesto que esa sociedad ya era suya.

―Oh, Victor, lo lamento mucho...

― Bueno, así es la vida.

―Oye, vamos a vaciar las penas, hermanito. Hoy mandas al diablo a tu trabajo y te vienes para disfrutar lo que es bueno.

―¿Estás loco, Chris?

―Para nada, Vitya. Nos vemos en una hora en la barra del hotel Four Seasons.

Cualquier otro día Victor hubiera seguido concentrado en sus labores, sin hacerle caso a Chris y diciéndole lo ocupado que estaba. Pero ese día no tenía ganas de seguir trabajando como burro sabiendo que sus esfuerzos habían sido en vano.

Mandó a rodar a Vasílevich, Smirnov y con ellos a todos sus asociados y se fue, por primera vez en su vida, a tomar en horas de trabajo.


―Anímate―le dijo Chris mientras ponían en frente un vodka―

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―Anímate―le dijo Chris mientras ponían en frente un vodka―. ¡Ellos se lo pierden!

―Me he sacado la mugre por esa firma―lamentó Victor―, no tengo amigos, no tengo vida fuera del trabajo ¿Y todo para que al final se la den a alguien con mucho menos experiencia que yo y a quien yo mismo le he enseñado mucho de lo que sabe?―Victor tomó con cólera el vaso con vodka y lo vació en cuestión de un segundo.

―Así es en el mundo de estos abogados ―respondió Chris luego de vaciar también su vaso―, te utilizan y jamás te aprecian, todo lo basan en lo que ellos quieren y no en lo que los demás merecen así que...―tomó otro vaso lleno de vodka y lo levantó―¡A la mierda con ellos!

Abogado de CocinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora