XVI. Primavera en Rusia

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Los árboles frondosos y las flores alrededor de los caminos y jardines eran testigos del tiempo que había pasado desde que un joven, que respondía anteriormente al nombre de Victor Nikiforov, había llegado a fuerzas a la pequeña ciudad de Kiritsy.

Aquel joven, que ahora todos llamaban Mischa, no podía creer lo rápido que transcurrían las semanas cuando uno era feliz.

Muchas cosas pasaban a su alrededor en los casi cuatro meses que llevaba en casa de los Plisetsky.
Lo más resaltante para él era todo lo que había cambiado en su ambiente laboral.

Con todo lo que había tenido que reponer de los Plisetsky, el primer mes había quedado en bancarrota. El segundo mes había recurrido varias veces a un servicio de comidas para salvar el almuerzo cuando se le quemaba algo. Y ya por el tercer mes empezaba a ver dinero en sus manos.
Para el tercer mes también todo había dejado de ser tan tirante con Yuri Plisetsky.

La familia había empezado semanas atrás a asistir a terapia y ya por fin Yuri entendía que su madre jamás se había acostado con Mischa.
Saber con seguridad eso había hecho que Yuri ya no lo mirara con odio, sino con indiferencia.

De lunes a viernes Mischa trabajaba tranquilo. Por fin había logrado dominar a los trabajadores del castillo, los cuales habían hecho hasta lo imposible porque lo despidan. Su espíritu decidido, sin embargo, había hecho que se impusiera y los otros habían terminado de aceptarlo como jefe.

La señora Plisetsky le estaba muy agradecida porque era muy servicial y correcto, además de que le tenía mucha paciencia a su padre.
Nicolai siempre lo buscaba para jugar Rummykub y para contarle sus historias.

Tomando en cuenta ello, la señora Plisetsky le permitía tres veces a la semana que se ausentara en el palacio un par de horas y Mischa se iba a apoyar a Yuuri en la administración de sus nuevos terrenos.

Los fines de semana de Mischa eran, religiosamente, para Yuuri y su familia.
Por las mañanas practicaba con Hiroko alguna cuestión de la casa y después del almuerzo se iba con Yuuri a sus campos de cultivo.

La primavera traía consigo un período fértil y Yuuri había luchado porque las tierras estuvieran bien trabajadas antes de la temporada más alta.

Trabajar con Yuuri había hecho que Mischa terminara por admirarlo más. Su seguridad al momento de estar en el campo era como ver a otro Yuuri tomando posesión de su cuerpo, un Yuuri amante de su trabajo, hábil, planificado y muy dedicado.

Por las noches, Yuuri conducía a Mischa al castillo o lo llevaba a la casa a cenar. La familia Plisetsky no lo extrañaba porque sabía que no tenía horario de llegada.

Poco a poco, casi sin darse cuenta, Yuuri Katsuki se había convertido en su mejor amigo.
Salían juntos a comprar, incluso se iban al cine y Mischa ya se había acostumbrado al acercamiento físico y natural de Yuuri.
Un abrazo, una palmada en la espalda e incluso unas cosquillas eran parte del estilo de Yuuri Katsuki para decirle que lo estimaba y, para Mischa, eso estaba muy bien.

Ya no sentía esa incomodidad de los primeros meses porque conocía y valoraba a Yuuri mucho más.

Y estaba seguro que el sentimiento era mutuo.

Y estaba seguro que el sentimiento era mutuo

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Abogado de CocinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora