LI: Sentirse como en casa

268 31 65
                                    

Eran casi las dos de la tarde cuando Yuuri Katsuki salió totalmente cargado del supermercado ubicado en la calle principal de Kiritsy, frente a la panadería.

Todo había empezado con la sencilla idea de recoger Vadrushkas para Mischa, pero luego pensó que llegaría demasiado cansado a Moscú como para salir a comprar de nuevo y cruzó la calle para llevarse algunas cosas que podrían servirle en el departamento que había alquilado.

Con ambas manos repletas de víveres, pensó en colocarlos sobre el capó ni bien cruzara la pista para sacar las llaves; sin embargo, esto no fue necesario porque tiempo después sintió que alguien le quitó una de las bolsas abarrotadas.

―Espera, Yuuri, deja que te ayude.

Yuuri agradeció el detalle del extraño que acababa de ayudarlo, pero no pudo esconder el tono sorprendido de su voz cuando se dio cuenta que el extraño no era otro que su ex.

―¡Dema! Yo...gra..gracias.

El profesor sonrió amable, aunque dudó por un momento si había hecho bien en acercarse. Al final se dijo a sí mismo que ya estaba ahí, para bien o para mal, así que debía seguir con su propósito.

―Veo que llevas muchas cosas. ¿Te vas de viaje?

―Ahm, bueno algo así.

Eso fue todo. Al menos por un par de incómodos segundos en los que Yuuri guardó completo silencio observando a su interlocutor. Dema entonces siguió.

―Escuché que Mischa estaba en Moscú. ¿Es cierto? ―Yuuri lo miró sorprendido por la pregunta, pero luego recordó que en Kiritsy todo se sabía de todos y solo asintió.

―Ya veo. Entonces supongo que te vas a Moscú a verlo.

Yuuri no tenía por qué negarlo, pero al escuchar la voz algo adusta de Dema, no sé sentía muy cómodo con la idea de conversar sobre su novio con su ex. Este, más preocupado que otra cosa, trató de aligerar la situación cambiándole el tema y señalando su auto.

―¿Vas a abrir la puerta?

―¡Oh, sí, por supuesto! Lo siento.

Las llaves pronto fueron usadas para ese propósito y segundos después Yuuri tomaba la bolsa de vuelta y la colocaba en el asiento del copiloto con cuidado, al lado de la otra bolsa cargada de víveres.

Una vez terminado el movimiento Yuuri volteó a despedirse de su ex.

―Muchas gracias por la ayuda, Dema. Me alegra en verdad verte bien, pero debo apurarme antes de que me agarre la noche en el camino.

―¡No, no, espera, por favor! Sé que tienes mucho qué hacer y no quiero quitarte tiempo, pero necesito hablar contigo.

La seriedad del momento y el tono de voz de Dema dejaron intranquilo a Yuuri.

―Está bien. ¿Pasa algo?

―Bueno, no lo sé, espero que no, pero por eso quería hablar contigo.

Yuuri sentía que cualquier cosa que Dema quería decirle le tomaría más de diez segundos, por lo que cerró la puerta de su auto y volteó a dedicarle atención total al profesor.

―¿Qué pasa?

Dema suspiró. Por un segundo se dijo a sí mismo que quizás estaba siendo paranoico, pero al ver a Yuuri allí frente a él se dio cuenta que prefería ser paranoico, mientras Yuuri estuviera bien.

―Mira, sé que es raro que venga a conversar contigo después de haber terminado, pero a pesar de que las cosas entre nosotros no funcionaron, quiero que te vaya bien, Yuuri; que seas feliz, sin importar con quién sea.

Abogado de CocinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora