XXIII. ¡Hazlo ya!

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La silueta de un hombre alto y delgado se divisaba a un lado del castillo de Kiritsy en medio de la noche.
El hombre, de hermosos cabellos plateados y mirada brillante, se encontraba sentado observando la luna al pie de las escaleras que daban para el jardín de la enorme propiedad donde se hallaba. La luna brillaba fuerte y el aire de verano le hacía compañía, junto a las pequeñas e incontables estrellas que pululaban el firmamento.

En su mano, un vaso de limonada helada y sobre uno de los peldaños junto a él, el celular brillante, con el rostro de un chico de cabellos negros y mirada tierna que sonreía feliz ante la cámara.

No podía negarlo aunque quisiera y probablemente todo el mundo ya se había dado cuenta de ello: estaba completa y locamente enamorado de él. Su sonrisa sincera, sus ojos cobrizos que resplandecían con los colores del otoño, sus toques, su humor y su positividad ante la vida.

Quizás no era ideal su mal humor al despertar o su manía de dejar los platos para lavar después, tampoco era de su agrado el que no fuera a dormir temprano y que fuera terco como una mula pero incluso esas cosas las adoraba porque hacían de él un hermoso hombre.

Por si fuera poco, aquel hombre, llamado Yuuri Katsuki, había sido su ángel guardián y lo había salvado de la muerte, una muerte que cada día se le hacía más espantosa cuando repetía aquel sueño horrible con el bosque oscuro y el hombre de los dientes dorados.

Quizás Mischa Katsuki no tenía idea de su verdadera identidad pero estaba muy consciente que le debía a Yuuri Katsuki la vida, y ahora, sin querer, también le debía el amor.

Bajó la mirada hacia aquella fotografía iluminando su pantalla y suspiró. Su corazón tenía la esperanza de que la persona causante de la ruptura de aquel muchacho con Dema fuera él. Su corazón lo sentía y eso lo ponía más nervioso. ¿En verdad sería él? No podía ser de otra forma. Mischa pasaba casi todo su tiempo con Yuuri, no sólo los fines de semana sino también parte en el trabajo. Tenía que ser él porque no quería sufrir pensando en otro. Pero, si era él, ¿qué debía pasar?

El calor llegó a su rostro y no era por el clima veraniego. Había soñado con un beso de Yuuri pero tenía miedo. No sabía cómo dar un paso adelante. Se sentía incapaz de empezar algo y eso lo molestaba un poco. ¿Por qué era tan difícil decirle a un hombre que le gustaba, que estaba enamorado de él? Se podía imaginar la situación fácilmente con una chica como Yuuko pero no sabía cómo hacerlo con un chico. Eso había hecho que su ansiedad aumentara y se sintiera como un estúpido inútil.

¿Qué estaría haciendo Yuuri en esos momentos? ¿Estaría desvelado como él, pensando en una escena juntos? ¿Qué podía estar pasando por su cabeza? ¿Qué le estaría diciendo su corazón?

¿Qué estaría haciendo Yuuri en esos momentos? ¿Estaría desvelado como él, pensando en una escena juntos? ¿Qué podía estar pasando por su cabeza? ¿Qué le estaría diciendo su corazón?

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―Yuuri, despierta.

El chico fue agitado con cariño por una mano que se posó inamovible en su hombro, hasta que abrió poco a poco sus ojos.

Abogado de CocinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora