VI. Mischa

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Yuuri no se movió de la casa durante ese día. Pospuso entregas, canceló reuniones y ayudó a su madre a preparar el almuerzo.

Habían pasado dos horas desde que había regresado como flecha a su casa. No quería aceptarlo pero se moría por ir donde aquel desconocido y saber más de él.

―Anda, hijo ―le dijo Hiroko dándole una bandeja. Yuuri aceptó y fue decidido a encontrarse con el chico ubicado en su habitación.

No sabía si aquel hombre se había quedado todo ese tiempo mirando a la ventana o si en algún momento había regresado a su cama pero Yuuri solo podía apreciar la espalda del muchacho.

Yuuri podía ver que era alto, delgado y tenía un cabello plateado muy particular. El cabello era algo que lo sorprendía porque no parecía ser mayor de 27 o 28 años. Aún así había algo muy especial, un garbo que hacía que se viera muy elegante y perfecto con aquel hermoso cabello sedoso. Yuuri suspiró silenciosamente antes de reunir el valor para hablar con aquel extraño.

―¡Hola! Mi madre me dijo que te trajera algo para comer.

Es recién ahí que Yuuri pudo ver en aquellos ojos turquesas todo un mundo que no había conocido anteriormente. Sus ojos decían mucho sin decir nada en realidad. Su mirada lo perforó por segundos que parecieron horas y el extraño trató de ser agradecido esbozando ligeramente una sonrisa.

―Gracias ―Fue lo único que le escuchó decir antes de regresar a la cama.

―Soy Yuuri. Yuuri Katsuki.

―Hola, Yuuri. Yo te diría mi nombre pero no lo recuerdo ―Le contestó el chico con los ojos nuevamente húmedos.

―Tranquilo ―contestó con voz serena―. El que no te acuerdes no es necesariamente malo. Tú tienes una gran ventaja sobre mucha gente por si no te has dado cuenta.

El muchacho lo miró sorprendido y curioso, no entendiendo a lo que se refería. Yuuri le ofreció una sonrisa amable para tranquilizarlo.

―Existen millones de personas en este mundo que adorarían tener la capacidad de olvidar su pasado ―le explicó― y tú tienes ahora ese poder. Sin importar lo que hayas sido, ahora puedes comenzar de cero y ser lo que desees ser.

Los ojos de Victor se abrieron como platos y su corazón se sintió aliviado. Las palabras de Yuuri ciertamente lo habían dejado marcado:empezar de cero, olvidarse de todo lo malo, tener una nueva oportunidad.

—Bueno ―interrumpió Yuuri sus pensamientos―, ahora no debes preocuparte por nada. Aquí estás seguro.

―Lamento causarles tantos problemas ―le dijo Victor con las mejillas sonrosadas―. Estoy muy agradecido, pero no quiero incomodar.

―No incomodas —La sonrisa que se dibujaba en los labios de Yuuri no era normal, pensó Viktor, porque aún sin recordar nada, estaba seguro que era la más sincera que había visto―, es agradable tener gente nueva en casa.

―No incomodas —La sonrisa que se dibujaba en los labios de Yuuri no era normal, pensó Viktor, porque aún sin recordar nada, estaba seguro que era la más sincera que había visto―, es agradable tener gente nueva en casa

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Abogado de CocinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora