❝Me prometí a mí mismo que nunca jamás volvería a verte llorar.❞
→ Nyoko no recordaba haber llorado nunca. Desde que perdió los recuerdos de su traumática infancia, su vida había parecido tomar un camino normal y tranquilo. Pero todos los secretos d...
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EL INICIO DEL FESTIVAL DEPORTIVO.
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Nyoko frunció el ceño ajustándose la camiseta de su uniforme deportivo, y luego cerró la taquilla con fuerza para girarse y desviar la mirada hacia su mejor amigo. Junichi la miraba con una sonrisa bastante nerviosa, a lo que la pelinegra alzó una ceja confundida por la actidud extraña del chico. Sabía que el pelinaranja era bastante raro, pero no a ese nivel.
━¿Qué te pasa ahora?━preguntó cruzándose de brazos y acercándose al mayor, que tragó en seco por la presencia de la chica.
━Hace mucho que n-no te veía así de enfadada... Das miedo cuando estás así.━fue lo único que contestó, a lo que la ojigris simplemente rodó los ojos volviendo a colocar su expresión indiferente.━Ya sé que no te gusta dejar tu bufanda Nyoko-chan... Pero sabes que nos obligan a ir sin nada más.
━Pienso acabar con quién haya puesto esa regla de mierda.━contestó tomando asiento y cruzándose de brazos mientras esperaban a que finalmente comenzara la apertura del Festival Deportivo.
━Ya echaba de menos a la Nyoko malhablada.━dijo Shinso uniéndose a la conversación y sentándose junto a sus mejores amigos, a lo que la mencionada volvió a fruncir su ceño.━¿A dónde ha ido tu bufanda? Siempre te estás escondiendo en ella.━preguntó haciendo que la chica pusiera una mueca intranquila, no estaba cómoda sin su prenda.
━No nos dejan llevar ningún accesorio más que el uniforme... Además, el dije que la dejara por si se le llegaba a romper.━respondió Junichi algo intimidado todavía por la presencia furiosa de la Suzuki.
━Tch.━se cruzó de brazos la pelinegra.
Posiblemente a aquella bufanda era a lo que más aprecio le tenía en aquel mundo después de sus amigos y su padre por supuesto, pero por ello era realmente importante; Kenji, su padre adoptivo, se la había regalado cuando este la adoptó apenas con seis años de edad. Se había acostumbrado a llevar la prenda roja y por el cariño que le tenía a su propio padre no la quería dejar ir.
