❝Me prometí a mí mismo que nunca jamás volvería a verte llorar.❞
→ Nyoko no recordaba haber llorado nunca. Desde que perdió los recuerdos de su traumática infancia, su vida había parecido tomar un camino normal y tranquilo. Pero todos los secretos d...
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LA INSPIRACIÓN DE NYOKO.
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━¡Veamos quiénes son los cuatro primeros equipos ahora mismo!━dijo Present Mic una vez el tiempo se acabó y la prueba de caballería finalmente había llegado a su fin.━¡¡En primer lugar, el equipo Todoroki!! ¡¡En segundo, el equipo Bakugou!! En tercero, el equipo Tetsu... ¿Eh? ¡¿El equipo Shinso?!━dijo el rubio confundido por el repentino cambio de posiciones, a lo que Shinso soltó una risa divertida, Nyoko simplemente mantuvo su rostro desinteresado y Junichi murmuraba el hambre que tenía. Y Aoyama, quién había caído bajo el efecto del Lavado de Cerebro del pelimorado, se mantuvo en silencio.━¡¡Y en cuarto lugar, el equipo Midoriya!!
Suzuki giró su mirada hacia Deku, quién lloraba de la felicidad junto a sus compañeros al haber conseguido clasificarse para la tercera y última ronda, el pecoso tenía una gran sonrisa en su rostro y conectó de repente miradas con la pelinegra, sonrojándose al instante al notar que ella en aquella ocasión era quién lo estaba observando.
Sin embargo Nyoko no dijo nada y giró la cabeza rompiendo el contacto, en el fondo sin saber por qué tenía algo de curiosidad por aquel chico. Negó con la cabeza quitando aquellos pensamientos extraños de su mente y continuó caminando junto a sus amigos hacia la cafetería, esperando que Junichi dejara de quejarse que quería comer algo, y sabiendo que los de la Clase C y D estarían esperando expectantes para felicitarlos a los tres.
━¿A dónde vas, Nyoko?━preguntó Shinso notando que la pelinegra se había terminado rápidamente su comida y sin decir una sola palabra.
━... Voy a ir a verle.━contestó levantándose y dejando a ambos solos, mientras la chica se alejaba de allí por los pasillos y Junichi y Hitoshi intercambiaron miradas, sabiendo a dónde Nyoko se dirigía.
Un minuto después la pelinegra se detuvo cuando vio a aquel hombre con una sonrisa en su rostro acercándose a ella, y de inmediato corrió hacia sus brazos y se refugió entre ellos, correspondiendo sin dudarlo su abrazo. El mayor apretó ligeramente el agarre y acarició con cariño el cabello de la chica, que en cuanto se separó tenía una expresión risueña en su rostro.
