CAPÍTULO 22.

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DIFICULTADES

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DIFICULTADES.

Nyoko desvió su mirada confundida al escuchar un extraño ruido, por lo que dejó el libro de matemáticas de lado y alzó una ceja preguntándose qué habría causado aquel estruendo

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Nyoko desvió su mirada confundida al escuchar un extraño ruido, por lo que dejó el libro de matemáticas de lado y alzó una ceja preguntándose qué habría causado aquel estruendo. Revisó su teléfono para comprobar que eran las dos de la mañana y dejó por el momento el estudio para los exámenes del próximo día de lado, para después levantarse y abrir la puerta de su habitación con cuidado para no despertar a su padre.

Hizo una mueca cansada y con algo de sueño aún, pensando que serían de nuevo los gatos callejeros tratando de entrar por la ventana y robar algo de comida. Se sobó los ojos y avanzó hasta la cocina sin demasiadas ganas de mantenerse aún despierta, hasta que notó que la situación realmente era peor de lo que pensaba.

━¡Papá!━dijo al momento asustándose al ver al mayor tirado en el suelo. Al momento la pelinegra acudió en su ayuda desesperada por ver qué le sucedía.━¡P-papá, despierta papá!━trató de despertarlo agachándose junto a su cuerpo.

━Nyoko...━susurró abriendo sus ojos poco a poco observando la preocupación en el rostro de su hija.

━¿Estás bien, qué ha pasado?━preguntó notando los nervios comenzar a apoderarse de ella mientras le ayudaba a sentarse con cuidado.

━Iba por un vaso de agua, pero me he mareado.━respondió notándose sin apenas fuerzas.━Creo que será mejor que vuelva a dormir...━dijo tratando de levantarse por su propia cuenta, fallando en el intento.

━No vas a ir tú solo, no puedes ni siquiera levantarte. ¡Deja de ser tan testarudo!━se quejó la menor pasando su brazo por sus hombros y ayudándole a incorporarse mientras el hombre sonreía con pena por lo mucho que se parecía ella a él en ese aspecto.

A los pocos minutos la Suzuki arropó a su padre con las sábanas asegurándose de que estuviera bien, y después le trajo un vaso de agua que el mayor aceptó con gusto. Luego para su sorpresa la pelinegra colocó su mano sobre su frente, y Nyoko frunció el ceño al notar que su padre tenía algo de fiebre. 

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