Capitulo 3

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familia parte 1


Hoy es domingo, y como cada domingo, hoy es el almuerzo familiar. Mis hermanos vienen a la casa de mi madre acompañados de sus parejas y mis sobrinos.

Esta es una vieja tradición, no recuerdo exactamente cuándo comenzó, pero si recuerdo que el 75% de veces termina en discusión. Mis hermanos pueden ser un poco inmaduros, pero también son muy difíciles de llevar.

Vengo de una generación de carácter fuerte, pero especial. La familia de mi padre es demasiado... son intensos, orgullosos, egocéntricos, narcisistas, seguros, pero, sobre todo, tienen un carácter de temer, pero también de admirar. Los Wein son así, todos mis hermanos, heredaron el carácter de los Wein.

La familia de mi madre es totalmente lo contrario. Ellos son... demasiado sentimentales, son apasionados, en ocasiones pienso que no conocen la palabra respeto, ni la empatía. Toda familia tiene su lado malo, pero desgraciadamente, para mí la familia de mi madre tiene todo lo que yo detesto. Los Simonelli son una cara bonita por fuera, pero si ofenden su orgullo son capaces de hacerte sentir la peor persona del mundo sin detenerse a pensar ni a escuchar las dos caras de la moneda.

Los Wein no se quedan atrás, pero a diferencia de los Simonelli, ellos son directos a la hora de hablar, aunque a veces su forma de expresarse los llevó a la ruina como familia. Me duele, pero es una realidad que hace mucho acepté. Los Wein están separados, casi nadie se habla entre ellos. Desde la muerte de mi abuela la familia se fue de mal en peor. Mis tíos pelearon, algunas primas se metieron en discusiones que no deberían de meterse. Al final, todos se enojaron con todos.

De todos mis hermanos, yo soy la única que quiere a todos los Wein, porque sí, ninguno de mis hermanos simpatiza muy bien con nuestra familia paterna. Mi madre siempre me prohibía ver a mis tíos, no me dejaba visitar a mis primas, porque, según ella, los Wein eran personas malas, personas que no merecían ningún perdón de Dios y cosas así, obviamente yo jamás le hice caso. Visitaba a mis tíos y primas siempre que podía, o bueno, siempre que mi padre podía llevarme, ya que, la hacienda de mi abuelo queda un poco lejos y jamás me dejarían ir sola.

Antes de morir, mi abuelo dividió la hacienda en partes iguales para todos sus hijos, es por eso que mis tíos vivían todos juntos en la hacienda. Ahora solo viven dos de mis tías ahí junto con mis primos.

Antonela y Matías, esos son los nombres de mis dos primos con los que compartí mi infancia. De los tres, yo soy la mayor, después le sigue Antonela que es un año menor que yo y unos meses más grande que Matías. A ellos no los veo desde hace un año, prácticamente no los veo desde el funeral de mi abuela. Me duele, los extraño bastante a los dos, pero lamentarme no resolverá nada. Mi madre no me deja visitar la hacienda y mi padre no es alguien en quien pueda pedirle que me lleve. Crecí en esa hacienda, mis recuerdos más felices están entre esas paredes.

Hay veces en las que me pregunto, ¿en qué momento todo se fue a la mierda? ¿O es que acaso antes era demasiado ingenua he inocente como para darme cuenta de lo que pasaba?

Pues si lo eras.

<gracias por ese dato>

Muchas veces he sentido ese vacío en mi pecho cuando pienso en cómo deben de estar Antonela y Matías. ¿Me extrañaran igual como yo los extraño?

A pesar de la distancia, siempre daría mi vida por ellos y por cualquier miembro de mi familia, pero cuando digo familia, no me refiero a lazos de sangre. La familia es primero, eso es algo que siempre tengo presente.

Un sonido en la puerta de mi habitación me saca de mis pensamientos asiéndome levantar de mi cama para dirigirme a abrir la puerta. Cuando la abro, la imagen de mi madre aparece, está más feliz que ayer, pero en sus ojos veo que algo no le agrada.

YelenaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora