Capítulo 32

2.3K 180 141
                                    


La casa de muñecas.


Respira y cuenta conmigo. 1...2...3...

<1...>

Mi cabeza entra en contienda. <estoy...>

El vengador te tiene atrapada. ¿dónde? No lo sabemos, pero necesito que mantengas la calma...

El recuerdo de lo que pasó con Cameron vuelve a mi cabeza, provocando que el dolor en el pecho vuelva a aparecer y el nudo en la garganta me impida hablar. Mi cabeza no logra pensar en otra cosa que no sea Cameron.

<él no...>

Respira y mantén la calma.

comprendo tu silencio, bestia. Tomando en cuenta lo que pasó hace dos días...

Mi cabeza deja de prestarle atención a lo que dice.

<dos días>

Yelena.

Han pasado dos días desde...

Las lágrimas se me desbordan, mi barbilla empieza a temblar cuando mi cabeza trae la imagen de su cuerpo ensangrentado en medio de la carretera.

Ensemble, aquí y en mil vidas más.

No quiero, me niego a aceptar que está muerto.

Siento como mis vías respiratorias se contraen impidiéndome respirar con normalidad, mi pecho empieza a subir y bajar con brusquedad. Siento que sudo frío mientras trato de convencerme de que esto solo es un sueño, una pesadilla de la cual pronto voy a despertar.

Yelena, concéntrate y respira, maldita sea.

– veo que aún sigues un poco entumecida. Debes tener hambre.

El sonido de unas puertas siendo abiertas me hacen despabilar.

Elevo la vista, viendo como la puerta de la habitación se encuentra abierta y, fuera de esta, unas luces rojas parpadean indicándome un camino.

– sigue las luces del pasillo, ellas te guiarán.

Yelena.

<esto es solo una pesadilla, pronto voy a despertar>

Yelena...

Con dificultad, me levanto de la cama, sintiendo como una corriente de dolor recorre todo mi cuerpo. Lentamente, empiezo a mover mis pies, saliendo así de la habitación, parándome en el marco de la puerta viendo la dirección en donde apuntan las luces.

Respiro profundo. <yo puedo> me digo. <solo es un sueño> me repito.

Yelena, concéntrate...

<solo es una pesadilla>

Aparto con brusquedad las lágrimas de mis mejillas, obligando a mis piernas a moverse y seguir las luces. Paseo mi vista por las paredes a cada momento, sintiendo como si a través de estas alguien está viéndome.

Las paredes son de un metal blindado, el suelo es gris, liso y frío.

Me detengo por un momento en una intersección, bajando mi vista a mis pies descalzos sumergiéndome en las voces de mi cabeza.

Despierta.

Esta es la vida real.

Yelena...

YelenaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora