Capítulo 10

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Suponer para perder.

"una rata caída y tres por cazar. Cinco gatos en la jaula y seis por atrapar. La bestia no sale hasta que la presa colapse, la presa no colapsa hasta que la bestia juega"

La frase se repite una y otra vez en mi cabeza.

Ayer, desde que nos fuimos de la biblioteca no pude dormir ni un poco. Las pocas horas que nos quedaban para descansar me las pasé pensando sobre los asesinatos y cómo carajos el asesino sabía que íbamos a ir a la oficina.

Es demasiada información la que tengo en la cabeza y no sé cuál es real y cual no, tengo que ordenar y organizar mis ideas así me será mucho más fácil descifrar las incógnitas que hay.

La clase de química me aburre y de no ser porque Uriel está a mi lado manteniéndome despierta ya estaría dormida encima de la mesa.

Normal, llevas días sin dormir bien.

De pronto el recuerdo del beso con Karim en la biblioteca llega a mi mente, pero aparto ese recuerdo de inmediato cuando siento la molestia que él me provoca.

<es tan insoportable>

Ta chiquito.

La imagen de Sofia aparece en mi cabeza recordándome que anoche no la vi en su cama cuando nos fuimos a dormir. Hago el esfuerzo de recordar si estaba en su cama cuando fui a buscar a Katha, pero no recuerdo haberme fijado.

El dolor de cabeza comienza a hacerse presente, pero lo intento ignorar centrándome en Sofía que se encuentra sentada unos asientos más adelante al lado de una morena.

La clase termina y junto con Uriel me dirijo hacia el comedor para almorzar encontrándonos con Elliet y Katha

– y Florencia? – pregunto.

– está allá – me señala Katha – se hizo amiga de Charlotte.

Asiento un tanto sorprendida.

<Charlotte>

¿Esa no es la chica que nos mira feo?

<sí>

– a qué hora llegaste anoche? – me pregunta la rubia – cuando me dormí aun no llegabas.

Katha mira hacia otro lado fingiendo que le interesa la maceta con flores mientras que yo preparo una buena excusa para decir.

– me quedé ordenando la biblioteca – miento.

– tú y Karim se llevan bien?

– si le cocieran la boca y mantuviera sus manos quietas, ahí si nos llevásemos bien.

– tan malo es?

– es insoportable.

De pronto, recuerdo algo y no veo mejor momento que este para preguntar.

– Elli, sabes si Sofia durmió anoche en la habitación? – le pregunto relajada para que no sospeche.

– no. Cuando me dormí ella no estaba, pero cuando desperté sí así que creo que quizás estaba con algún chico – se encoje de hombros – ¿por qué?

– por nada, es que cuando llegué tampoco la vi – me excuso.

asiente.

El almuerzo transcurre normal y minutos después me encuentro caminando por el pasillo hacia mi siguiente clase.

Cuando estoy a punto de llegar, una persona, no, mejor dicho, una mujer aparece por el pasillo contrario entrando en la oficina de la psicóloga capturando toda mi atención.

YelenaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora