Pov. Cameron.
El auto carga un aura demasiado pesada desde que abordamos, no he querido voltear a verla porque sé que al hacerlo mandaré todo al demonio y me quedaré aquí con ella.
Escucho sus sollozos ocasionando que el ardor en el pecho se me expanda. Aprieto el volante con frustración. <no quiero dejarla, no puedo>
Mi cerebro imagina miles de cosas que podrían pasar en mi ausencia, cosas que sé que ella no me contará mientras esté allá. Sé cómo es, la conozco incluso mucho mejor que ella misma, no me dirá nada porque sabe que tomaría el primer vuelo desde Ucrania hasta aquí solo para verla y saber cómo está.
Esto que estoy haciendo no lo hago por mí, lo hago por ella, porque sé que estoy mal y necesito ayuda. Después de que mi familia se haya enterado de que había caído en la droga, fui directo hacia su casa para contarle lo que sucedía.
Fue la única persona en el mundo que no me juzgó, lloró conmigo ese día, no me dejó ir hasta el día siguiente diciendo que era una mala amiga por no poder haberme ayudado antes.
Me regañó por no habérselo contado antes, pero es que no podía hacerlo, tenía miedo a decepcionarla, tenía miedo a que me mirara de la misma manera que mis padres, no quería que me mirara de esa forma, no ella.
Fue ella la que me aconsejó internarme en una clínica de rehabilitación. Sé que le dolió decir esas palabras, lo sé porque lo pude ver en sus ojos, fue por eso que no me negué y convencí a mis padres para que me internen.
Repito. No lo hago por mí, lo hago por ella, quiero ser una mejor persona por y para ella.
Soy capaz de hacer lo que sea con tal de verla bien, de verla feliz, pero sé que no podré hacerlo del todo bien si no me recupero de esto. ¿Tengo miedo?, sí. Tengo miedo por mí y por ella.
Estaciono el auto en el estacionamiento del aeropuerto. Nos quedamos en silencio sin querer bajarnos ni movernos. No quiero hablar, no quiero verla, porque sé que si lo hago voy a llorar y no voy a poder irme.
– esto es necesario, lo sabes, ¿no? – habla ella después de unos momentos de silencio.
– no... – no soy capaz de articular palabra por el nudo que se me empieza a formar.
Tengo demasiado miedo, no sé si seré capaz de subirme a ese avión.
– Cam, mírame – me suplica.
No quiero, me resisto, intento decirle a mi autocontrol que no voltee, pero al final termino volteando, viendo lo que no quería ver.
Tiene los ojos rojos, las mejillas coloradas he intentó borrar el rastro de las lágrimas, pero aun así soy capaz de verlas.
– por qué lloras? No me gusta que llores – digo.
– son lágrimas de felicidad – sonríe acariciándome la mejilla – irás a una clínica de rehabilitación, estarás bien – intenta calmarme.
– pero tú no lo estarás – le reclamo.
Baja la cabeza limpiándose una lagrima que le acaba de caer. Sé que se está haciendo la fuerte, sé absolutamente todo sobre su vida por eso sé que ella no podrá estar bien por mucho tiempo.
– yo estaré bien – me sonríe juntando su frente con la mía – si tu lo estas entonces yo también.
Cierro los ojos tratando de grabarme en mi memoria su olor, su presencia, la sensación de su cercanía, su tacto, todo.
– es hora de bajar – me dice.
Me sonríe alentándome a bajar del auto, dudo, pero termino bajando junto con ella que me ayuda a llevar las maletas aun después de haberle reclamado que yo podía solo.
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Yelena
Misterio / Suspenso5 chicos de clase media consiguen una beca en el mejor colegio del mundo. Juntos intentan mantener un perfil bajo para así asegurar su beca y su futuro, pero todo parece ir mal cuando en el segundo día de clase aparece un cadaver en medio del pasill...