Capítulo 21

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Desiderio.

2 semanas, 10 horas.

El sol quema mi espalda, el árbol detrás de mí no aporta mucha sombra y a este paso voy a terminar con la espalda bronceada.

Reviso la hora en mi celular una y otra vez con impaciencia. Katha me dijo que se iría conmigo, pero está tardando demasiado y el sol ya me está empezando a fastidiar.

las clases terminaron hace dos horas, no entiendo por qué tarda tanto.

Es viernes, fin de semana, tal vez está hablando con alguien planeando alguna salida.

El afán no de meja seguir esperando y tengo que marcar el número de Katha para saber si ya viene o no, pero dejo la acción a medias cuando la veo entrar al estacionamiento junto a William.

Que queeee.

El asombro no me deja decir nada, solo me quedo ahí de pie, viendo como mi amiga toma de la mano al pelirrojo, sonriéndole como una niña pequeña.

Katha me ve, le dice algo a William para luego soltarle la mano y venir hacia mi posición.

– se me había olvidado decirte...

– ¡estás saliendo con William! – chillo emocionada – ¿a dónde irán? ¿ya se besaron? ¿son novios?

– no, aún. – se sonroja mirando hacia otro lado.

– Dios, es magnífico.

– ¿crees que me veo bien así? ¿o tengo que ir a ponerme otra cosa? – se pone nerviosa.

– estás divina – la tranquilizo – ahora ve, disfruta tu día con él y después me cuentas como te fue. Cualquier cosa me llamas – asiente dándome un abrazo.

– nos vemos – se despide volviendo al lado de William, quien me saluda con la mano desde lejos.

Me alegro mucho por Katha, espero que lo que tengan ellos funcione, a ella le haría muy bien tener a alguien en con quién poder sentirse tranquilla, segura y confiada.

¿Te imaginas un hijo de ellos dos? ¿Pelirrojo con ojos verdes? ¿O castaño con ojos miel?

<una combinación perfecta de ambos>

Abordo mi auto, saliendo del estacionamiento con rumbo a mi casa.

Uriel me envió un mensaje hace media hora diciendo que ya estaba en mi casa y que mi madre está con ella tomando una taza de té.

En el camino, repito en mi cabeza todo lo que tengo que hacer sin obviar ningún detalle. Pienso en las cosas que debo evitar y lo que debo conseguir.

Todo puede salir bien, o todo puede salir terriblemente mal.

Por el momento, debo estar centrada en lo que debo de hacer y no puedo distraerme pensando en estupideces. No hay cabida para distracciones.

¿Estás segura de que quieres hacer esto?

<completamente>

Llego a mi casa luego de varios minuto en donde no pude dejar de pensar en las posibles consecuencias que esto me puede traer, pero, para ganar, hay que arriesgarse.

Entro a la cocina, encontrando a mi madre y a Uriel tomando té.

– hija, ya llegaste.

No, sigue en el colegio.

– ¿cómo estuvo tu semana?

– tranquila – respondo con simpleza sirviéndome un vaso con agua.

– eso me estaba diciendo Uriel, el año escolar está siendo muy entretenido.

YelenaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora