CAPÍTULO 41

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—¡Lárgate de aquí, bastardo! —espetó Amadeus, señalando la puerta

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—¡Lárgate de aquí, bastardo! —espetó Amadeus, señalando la puerta. —¡No tienes ningún derecho sobre las cosas de mi padre!

—¡Yo también era su hijo! —Dylan se defendió. —¡Tengo tanto derecho de estar en su habitación como ustedes!

Amadeus rio con amargura, empujando a Dylan con fuerza. No toleraba su presencia, ni mucho menos su existencia. Su padre siempre quiso que su bastardo ocupara el lugar de su hermano fallecido; pero ellos jamás serían iguales. Ni Dylan, ni nadie, lograrían llenar el vacío que Vincenzo dejó.

—Además de su bastardo, eras su protector. —Amadeus le recordó, volviendo a empujarlo. —Todo esto es culpa tuya; ni siquiera tu trabajo lograste hacer bien. Es por ti que no tenemos un cuerpo al cual velar.

Dylan apretó los labios, pero contuvo las ganas de golpearlo. Sabía que Amadeus tenía razón, y él ya no tenía fuerzas para pelear.

—El único cuerpo que debería ser velado hoy, es el tuyo. —Zinnerva, su hermana, espetó con asco. —Tu misión era morir por mi padre, no usarlo como carnada.

—¡Ustedes no saben nada de lo que pasó! —Dylan masculló, controlando su respiración. —Yo hice lo que pude, pero Iskandar tomó a Macy como rehén y...

Amadeus lo golpeó con fuerza en el rostro, callándolo. Dylan se tambaleó en su lugar, limpiando la sangre de su labio. Pensó en responder el ataque, pero se contuvo. Él sabía que lo merecía.

—Esa patética excusa solo demuestra lo débil y estúpido que eres. —El hombre escupió. —No solo no defendiste al Aka Zaba, sino que pusiste en peligro a su heredera también. —Le recordó. —¿Acaso no arruinaste la vida de esa niña lo suficiente cuando te casaste con ella?

—El amor que yo siento por Macy es real. —Dylan alegó, recobrando la postura. —Además, eso no es algo que yo deba discutir con ustedes en este momento.

—No hay nada que discutir porque tú eres un maldito oportunista. Te aprovechaste de la inocencia de mi nieta, y aseguraste tu lugar en este castillo. —Zinnerva mostró sus colmillos, sosteniéndolo con fuerza del rostro. —Tú no quieres a nadie que no seas tú mismo.

Dylan se soltó de su agarre, retrocediendo. Entreabrió los labios para responderle, pero no se le ocurrió qué decir. La cabeza le daba vueltas y sabía que Zinnerva era idéntica a su hija. No ganaría nada tratando de discutir con ella.

—Aunque a ustedes les cueste aceptarlo, Salvatore Brancchiatto también era mi padre, y yo lo amaba. —Dylan musitó finalmente, sorbiendo por la nariz. —Ódienme e insúltenme todo lo que quieran si eso los hace felices, pero permítanme estar aquí. Quiero ser parte de esto.

Amadeus elevó una mano para volver a golpearlo, pero Gennaro lo detuvo. El hombre, que aparentaba casi la misma edad que Salvatore, se interpuso entre sus hermanos menores. Los tomó a ambos por el antebrazo, obligándolos a separarse.

Aka Zaba: Reina de SangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora