Doscientos años...
Hola (no me he olvidado de los signos de exclamación. Simplemente, no me da la gana de utilizarlos esta vez).
Ustedes saben que entre las pocas cosas que amo en este mundo está el frío. Así que no sé por qué a mi papá se le ocurrió la brillante idea de llevarme de vacaciones a la ardiente Piura durante dos larguísimas semanas. Será un total tortura para la escasa cordura que poseo.
Aunque tengo algunas teorías...
Quizá ya lo han olvidado, pero se los recordaré. Mi padre fue almirante de la Marina de Guerra del Perú. Él decidió retirarse hace un par de años, pero su fervor por el nacionalismo sigue como en su primer día de cadete. Supongo que decidió que viajemos este mismo 28 de julio para evitar ver cómo un comunista toma la envestidura presidencial (sí, estoy tocando la sensibilidad política de muchos de ustedes, pero si están aquí es para no ofenderse por más frágiles que sean). Yo no creo en la democracia, pero sí en la autocracia. Mi sueño mojado es experimentar una autocracia en la modernidad. Lo primero que me ustedes me dirán es que piense en cómo terminó Alemania con el fascismo. Pero fueron una potencia, ¿o no? Sometieron a Europa a sus pies. De cualquiera manera, prefiero vivir en un régimen fascista que en uno comunista. Particularmente, yo voté por la china en segunda vuelta. En la primera vuelta, ni siquiera fui a votar. ¿Por qué lo haría? No sería consecuente con mi postura antidemocrática. Lo que cualquier país necesita es un líder fuerte que no dude en asfixiar a la población que sea necesaria con tal del bienestar mayor. No un títere comunista que no tiene ni voz ni voto dentro de un partido que ni siquiera es el suyo... pero bueno, ya me he desviado del tema como siempre.
Lo central es que mi familia no quiere estar en Lima cuando el comunismo tome el poder de Perusalén. Así que nada mejor que disfrutar del capitalismo gastando mucho dinero en Máncora antes de que el dólar se dispare mucho más.
Pero bueno, dejando de lado la política, les contaré qué he estado haciendo estos días de vacaciones previos al viaje. Contra todo pronóstico, mi madrastra me convenció para que comprase algunos bikinis. No me he puesto uno desde que tuve 15 años y fue el viaje de promoción a Punta Cana. Tampoco me hace gracia el andar con el cuerpo medio desnudo bajo el sol, pero aún conservo algo de vergüenza. Así que ni de chiste puedo estar con jeans en mitad de la playa. No sé si lo puedo tomar como una pequeña venganza, pero gasté bastante dinero de la tarjeta de papá mientras compraba por internet todo lo necesario para veranear al norte del país.
He comprado más bikinis de los que creo llegaré a utilizar. Supongo que como máximo tomaré el sol en el balcón del hotel. O quizá -si no hay mucha gente- me atreva a pasar algunas tardes en la piscina. Sin embargo, tendría que haber una excelente excusa para que logren llevarme hasta la playa. Luego es todo un problema sacarme la arena del cabello, sufrir por quemaduras solares o el simple aburrimiento de no haber nada que hacer en el mar. Mi madrastra dice que todo es cuestión de actitud, que la realidad no es más que una interpretación nuestra. Bueno, mi realidad es un asco. Siempre lo ha sido. Y por eso muchas veces he pensado en terminarla, pero por ahora lo mantengo todo bajo control.
Me gustaría contarles -o quejarme- sobre más cosas, pero ya estamos por aterrizar. Imagino que la atención nacional está en la ceremonia de juramentación del comunismo para criticarle todo a ese pseudo presidente. Quizá no haya sido mala idea venir a Máncora. En dos semanas, espero que Lima esté más tranquila. Mientras tanto, yo estaré respirando aire con sabor a sal desde el balcón de mi suite.
Un abrazo,
La Chica Escarlata
***Post adicional***
No es mi estilo hacer dos publicaciones al día, pero la creo necesaria.
Ya entendí de qué va este viaje. La familia de un amigo de mi papá también se hospeda en este hotel. Eso no sería un problema si no fuese porque tendré que "hacer amistad" con el par de hijas e hijo que tiene la familia. Vaya mierda de vacaciones que tendré estas dos semanas. Aún no los conozco, pero ya me hago una imagen mental de ellas y él.
No he tenido contacto humano -que no sea mi familia- desde diciembre de 2019 cuando acabé clases en la universidad. Supongo que pareceré una extraterrestre frente a esas chicas y su hermano. ¡Qué hermosas han empezado mis vacaciones!
Eleven una oración por mí,
La Chica Escarlata
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La Chica Escarlata
RomanceA sus 22 años, Ana sigue envuelta en su depresivo estilo de vida. Lo único que desea es que llegue diciembre para graduarse y nunca más volver a la universidad donde no tiene amigos. Un inesperado viaje junto a su papá y madrastra la orillará a cruz...