22. Spider-Man

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Las cosas habían estado yendo bien desde que le confesé una media verdad a Helena sobre mi relación con Miriam. Ese lunes tuve la cita con la ginecóloga. Y aunque al principio me dio bastante vergüenza hablar sobre mi activa -y reciente- vida sexual, pronto me acostumbré a llamar las cosas por su nombre. De alguna manera, mi relación madre-hija con Helena había mejorado muchísimo desde la noche anterior. Lo mejor de todo fue que ella aceptaba que llegado el momento, Mimi y yo le diríamos a mi padre que somos enamoradas. Así que no existía ningún tipo de presión por apresurar las cosas. Además, Helena me contó que era poco probable que papá se molestara -u opusiera- a que yo esté saliendo con una chica.

Sí, en aquel efímero y fugaz instante la vida me sabía a rosa. Hasta me pregunté por qué ese tipo de situaciones en que la familia se pone en contra tuya solo sucede en las novelas y programas dramático como La Rosa de Guadalupe. ¿Acaso no es mejor idea decir la verdad desde un inicio? ¿Peor no es enredarte en tus propias mentiras?

Irónico mi pensamiento. Yo justamente estaba cometiendo ese error desde hace mucho tiempo.

Aquella primera semana de noviembre transcurrió muy rápida. No había tenido oportunidad de visitar a Mimi, ya que el trabajo en el aeropuerto la estaba consumiendo. Y mucho menos tuve oportunidad de aparecerme en el depa de Juliette. Sabía muy bien que pese a sus responsabilidades laborales, si yo le pedía que me regalase un tiempo para conversar, ella me lo daría sin problema alguno. Sin embargo, yo era la que no quería tener esa charla. ¿Cómo le explicaría que estoy saliendo con la señorita Herrera? Jamás le había hablado sobre la existencia de Mimi, ni de las cosas que hemos hecho juntas. Es obvio que Juliette se molestaría muchísimo. Después de todo: ella me ama. Me lo ha dicho infinitas veces, no puede ser indiferente a que me haya estado besando y acostando con Miriam.

¿Cuál es mi justificación? No existe. Ya suena estúpido el solo pensar que la engañaba con Mimi porque jamás le he visto el rostro. Ni siquiera sé si ahora quiero descubrir de qué color son sus ojos ni disfrutar de la intensidad de su mirada.

Ya me había cansado de darle vueltas al asunto si Juliette es Mimi u otra persona. Está claro que quien me enamoró es Juliette. Si me atrevo a verla, ¿perdería la misteriosa magia que hizo atreverme a ser yo misma? Tengo una vida enmarcada en pérdidas. No quiero perder a Juliette, pero no he hecho más que esforzarme en lograr ese objetivo.

La cereza del pastel fue ir ese sábado a media tarde a su departamento. Ella me había invitado el viernes, pero aún no me sentía preparada, así que le mentí sobre sentirme un poco mal debido a mi periodo menstrual. La idea era dedicar ese viernes en pensar qué decirle, pero al final no lo hice. Dudé muchísimo hasta el momento en que el taxi se estacionó en la entrada del edificio. El camino hasta el ascensor y el tiempo que este se tardó en subir me parecieron milésimas de segundo.

No era la primera ocasión en que entraba al departamento, pero esa tarde, todo me sabía a nuevo. Mejor dicho: a última vez.

Aún recuerdo la desolación que flotaba en medio de la sala. Esa misma donde tantas veces habíamos visto películas que nos hicieron carcajearnos y llorar. ¿Cómo podían cambiar las cosas tan bruscamente de un momento a otro? La realidad no es estática como una fotografía sino es una pintura que se va desdibujando con el tiempo según tus decisiones.

Sí, casi como si hubiese sido esta misma tarde recuerdo el beso que Juliette me dio en el cuello, luego de apartar mi melena hacia un lado. Llegué a creer que todo se solucionaría si mantenía en secreto mi relación con Mimi. Habría menos corazones heridos si no decía nada, pero el mío no estaría en paz si hacía eso.

Con un "tenemos que hablar, Juliette" fue que todo cambió. Sus besos se detuvieron y el aire se extinguió en cuestión de segundos. Cerré mis ojos mientras ella se sentaba a mi lado en el sofá, y en medio de esa oscuridad sentí claustrofobia. Sí, quise gritar de amargura por haber torcido las cosas de manera innecesaria. Arrepentirme de lo que hice y no hice carecía de sentido.

La Chica EscarlataDonde viven las historias. Descúbrelo ahora