10. Ladrona

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El crimen perfecto.

He logrado escabullirme en la habitación sin que Helena o papá se den cuenta de mi larga ausencia. Y qué bueno que fue así porque el aliento me sabe a vino, pero creo que ese sería el menor de mis problemas si alguno me hubiese visto. Luego de tanto besarme con Juliette, su rojizo pintalabios brilla en mi boca. Me lavo los dientes dos veces porsiacaso y me termino de arreglar el cabello para evitar que se me vea la marca que Juliette dejó.

Me gustó tanto que ella estuviese celosita. El jueguito le salió al revés. Aunque ni ella misma sabe qué tipo de celos son esos, ya que no somos enamoradas ni amigas con derechos ni nada así. Qué diablos seremos, sabrá Dios. Lo importante es que me está gustando todo esto. No soy ninguna idiota para no prever que todo puede salir muy mal, pero no me interesa. Se vive una sola vez. Es ahora o nunca.

Ya estoy aceptando ilusionarme con Juliette, pero no en la onda de un romance. Lo nuestro va más apegado a lo sexual. Claro que estaría siendo una mentirosa con mi corazón si niego la emoción que me dio esta cita con el vino y las velas. Supongo que mientras no la vea al rostro, las puertas de mi corazón seguirán cerradas con llave.

- Siií. Estoy en el baño... -grito como respuesta al llamado de Helena-

- ¿Puedo entrar?

- Umm sí, supongo -respondo-. Igual, ya terminé de lavarme la cara.

- ¿Mucho calor?

- Demasiado. ¿Vamos a cenar o así nomás hasta mañana? -le pregunto-

- Justo por eso venía a decirte si quieres acompañarnos al restaurante a comer. ¿O te pedimos algo?

Mi gloriosa y para nada sorprendente respuesta sería "sí, quiero comer aquí en la cama", pero dudo y el rostro se me enrojece antes de confesar.

- Tengo planes.

- ¿Planeeess...? ¿Con quién?

Las pupilas de Helena se agigantan apenas termino de hablar. Debe estar preguntándose qué demonios pasó con la asustadiza conejita pelirroja que no salía de la casa ni para comprar el pan.

- Una amiga que hice ayer -digo muy deprisa, tirando al tacho mi plan de cero nerviosismo-. Obvio que es de aquí del hotel.

La boca de Helena se abre un poco para cerrarse a continuación, pero se vuelve a abrir. La he tomado con la guardia baja. Creo que si le decía que acaban de aterrizar ovnis en el jardín, no estaría tan sorprendida como ahora.

- Me dejaste sin palabras, Morgana -dice antes de abrazarme-. Hubo un momento en que estuve muy molesta conmigo misma por "obligarte" a venir. Y ahora no sabes lo feliz que me pones. En serio lo estás disfrutando.

- Bastante. Oye, crees que cuando estemos en Lima, no sé... ¿también pueda salir como a casa los Herrera o de compras?

- Claro que sí. Irás a donde quieras, también tus amigas podrán venir a la casa.

Le dedico una sonrisa como agradecimiento, pero lo que Helena no se imagina es que mis intenciones en Lima serán encontrarme con Juliette. Todavía tengo que planear muy bien la excusa para esas saliditas, pero ya lo veré más adelante. Ahora tengo otras preocupaciones como llegar a tiempo a la cita con la alemana y sus amigos.

Justo cuando estoy por salir de la habitación recibo un mensaje de Cony diciéndome que están en el balcón del restaurante. Le respondo con un sticker de gatito corriendo y me despido de Helena y papá. No sé si voy demasiado arreglada con pintalabios y rímel para una cena informal. La verdad es que quiero llamar la atención de la alemana por decisión propia sin influencia de Juliette. Solo se vive una vez. Así que quiero disfrutar de cada matiz de esta vida extraña e inesperada que me tocó al azar.

La Chica EscarlataDonde viven las historias. Descúbrelo ahora