Sí que fue toda una sorpresa para Mimi recibir el desayuno en su cama. Aunque se negó a comer los deliciosos y aromáticos platillos que le preparamos. Así que trasladamos todo al balcón para que desayunemos las tres juntas. ¡Mañana de chicas! La efervescencia de mi amiga hizo que las locas ideas que estallan en mi cabeza por relacionar de alguna manera a Gisele con la misteriosa figura de Juliette se disolvieran. Si de por sí Mimi ya es divertidísima con sus expresiones y palabras, juntarla con Gisele multiplica el efecto por un millón.
Aunque no todo fue risa, ya que cada vez que Gisele nos dejaba a solas al ir por más agua caliente para los cafés, Mimi aprovechaba para que su boca salta a la mía y nos comiésemos a besos. Quizá Gisele sí se iba dando cuenta de algo porque era imposible pasar desapercibido el ardiente sonrojo de mis mejillas. Al menos, no hubo ningún comentario al respecto hasta que terminamos de comer.
El mediodía llegó muy rápido. Mimi y yo nos volvimos a enfundar en los bikinis para aprovechar el radiante solazo que iluminaba a un inusual cielo despejado. Salpicones, risas, chapoteos, más carcajadas, alguno que otro intento fallido de ahogo y un incontable número de besos robados enmarcaron la mañana. Las orejas se me ponían rojísimas cada vez que me imaginaba la probabilidad de que la señora Herrera se acercase sin querer a las puertas de vidrio del jardín, y me viese besando a su hija. ¿Qué tipo de explicación le podría dar? Incluso, existe el escenario donde ella esté molestísima por ver a Miriam besando a una mujer. No recuerdo haber conversado con Mimi sobre si sus padres "aprobarían" algo así.
- ¿En qué piensas, nena? Te noto preocupada por algo... -dice al enroscar sus delgados brazos alrededor de mi cintura, quedándonos pegaditas una de la otra-.
Podría decirle la verdad, pero me arriesgo a que el tema sí sea complicado de tratar, y la termine preocupado innecesariamente justo el día de su cumple. Su gesto se tuerce mientras más segundos me tardo en responder.
- ¿Me prometes que no te molestarás?
- Sí, nena. Solo dispara -sonríe con la calidez de siempre-.
Tenerla así de cerca provoca que mis huesos sean de gelatina. Debería de estar pensando en qué cuento decirle, pero me quedo embelesada por lo azulino que son sus ojos, tan parecidos a los de Gisele, incluso cuando no comparten lazo sanguíneo alguno.
- Estoy un poco sorprendida porque... No sé... Bueno, eres millonaria y eso, ¿no? Me daba curiosidad saber qué le regalan a una chica como tú por su cumpleaños número 23. Sí, ya sé que he sonado súper prejuiciosa -me apresuro a decir, desviando la mirada hacia el borde de la piscina mientras que el agua sigue ondeando entre nosotras-. Solo olvida lo que acabo de decir, por favor.
Yo esperaba que mis palabras la confundieran o un efecto parecido, pero fue todo lo contrario. Un arranque de risa la atrapó por unos segundos antes de soltarme la cintura para tomarme del rostro con ambas manos y besarme con lentitud.
- Apuesto a que no sabes por qué me gustas tanto.
- ¿Quizá por mi cabello? -suelto sin más, y ella vuelve a reír-.
- Eres mi pelirroja tentación, pero hay una razón más importante: siempre dices lo que piensas y eres sincera. Incluso, cuando esa sinceridad podría molestar.
- Entonces, ¿estás molesta?
- No, para nada, nena -suspira, mientras las cristalinas gotas de la piscina se escurren por su hermoso rostro de princesa-. Me gusta tal como eres. Y respondiendo a tu pregunta: me regalarán un auto nuevo.
Mis ojos se ponen como platos, pero su expresión se disuelve en una sonrisa juguetona y al instante me hace cosquillas. Intento zafarme de ellas, pero Mimi me tiene atrapada entre tu su cuerpo y el muro de la piscina. Respiro con dificultad entre las carcajadas y los besos que aniquilan a nuestros alientos.
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La Chica Escarlata
RomanceA sus 22 años, Ana sigue envuelta en su depresivo estilo de vida. Lo único que desea es que llegue diciembre para graduarse y nunca más volver a la universidad donde no tiene amigos. Un inesperado viaje junto a su papá y madrastra la orillará a cruz...