23. Karma

1.6K 200 47
                                    

Ahora que lo pienso con la cabeza bien fría fue una estupidez el haber terminado yendo al cine a ver la película de Spider-Man. Pasé las dos horas con la mente hecha un caos mientras Peter Parker y el Dr. Strange combatían contra los Seis Siniestros frente a mis ojos. Una de las peores torturas era estar sentada al costado de los Herrera. Miriam, Sasha y Noa llevaban encima la misma expresión de que todo se fue a la mierda en un solo segundo. Sin embargo, era mejor soportar aquello a diferencia de no ir al cine y luego tener que dar explicaciones a nuestros padres por cancelar esa salida tan esperada al cine.

Todo había sucedido tan de golpe que ni tiempo tuve de reaccionar como debía. Miriam siempre se burló de mí. Eso era lo único claro en mi mente. Jamás le interesé en lo más mínimo. ¿Qué iba a suceder en Navidad cuando hiciésemos oficial nuestro "enamoramiento"? Ahora no sé si debo de agradecerle a Sasha el habernos descubierto en la piscina y así pude saber la verdadera relación que él y ella mantenían en secreto.

Lo peor de todo es que me dolía el corazón porque empezaba a sentir amor hacia Miriam. ¿Por qué me tuve que enamorar? El amor solo es una combinación de ira y sufrimiento por partes iguales. Debería de haberle gritado en su casa o cuando estuvimos por más de dos horas en las butacas del cine. En cambio, me mantuve silenciosa y "tranquila" mientras oía en la lejanía los efectos especiales de la película. La gente se asombraba y reía según las escenas, pero yo no dejaba de pensar en lo idiota que siempre he sido.

¿Miriam era Juliette?

Ojalá que no porque aún me sigue doliendo como un vidrio clavado en mi piel el engaño de Miriam.

La conversación que tuvimos en su casa luego del shock de haber sido descubierta por su hermano fue suficiente para saber qué representé en su vida durante los últimos meses. Yo no fui más que un juego para la rubia que jamás se anda con rodeos.

- Lo mínimo que te mereces es que sea sincera esta vez, Ana.

Su mira azulada como el mar en medio de una tormenta sigue siendo tan nítida en mi mente que el cuerpo se me hiela al recordarla.

- Empieza... -exclamé, mordiéndome la lengua para no chillar de amargura-.

- Sasha me quería olvidar porque lo nuestro era prácticamente imposible de sostener. Te conoció y le pareciste la mejor opción para demostrármelo. Lo intentó, pero jamás le hiciste caso y se lo dejaste en claro.

- ¿Y qué tiene que ver eso? -mascullé sin poder controlar mi ira por más tiempo-.

- Me sentí ofendida de que me quisiera olvidar. Y te tomé como un reto. Suena crudo, pero así fue... al principio.

- ¿Cómo que al principio?

Esa maldita palabrita aún me sigue revoloteando por la mente, haciéndome cosquillas para que la vuelva a repensar cada vez que cierro los ojos y recuerdo a Miriam.

- Ana, yo estaba muy molesta con Sasha. No se me ocurrió nada mejor que ganar en el juego donde él perdió. Y tú eras la pieza a la que hacer jaque mate.

- Suena como si debiese sentirme halagada.

- Lo sé, pero no pienso endulzarte las cosas. La tarde en que bailando casi nos dimos un beso supe que no me rechazarías si seguía adelante. Pero quise estar más segura y alagué lo nuestro.

- No vuelvas a llamarlo así. Jamás tuvimos nada -rugí, envuelta en lágrimas-.

¡¿Cómo se atrevía a seguir llamándolo "lo nuestro" si jamás existió nada?! Pero ella seguía tan fresca como si me contase el chisme de una amiga. Sus ojos no se tornaron avergonzados ni buscaban evitar al brillo rojizo de los míos. Miriam Herrera: calculadora, impasible, fría y despiadada.

La Chica EscarlataDonde viven las historias. Descúbrelo ahora