14. Escarlata

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Quizá el hecho de que no pueda verla implicaría un tipo de sumisión en nuestra misteriosa relación. Ella siempre lleva la ventaja sobre su "inocente" pelirroja. Así que cuando le propuse cambiar las reglas, Juliette no se pudo resistir. En todo este tiempo no habíamos vuelto a "calentar" las cosas. Mis visitas eran completamente iguales a las que harían un par de amigas. Ver películas, conversar sobre cualquier tema intrascendente y, bueno, muchos besitos de por medio. Sin embargo, nunca cruzábamos ese límite implícito, aunque ya era tiempo de romper reglas.

Hoy es el día de tenerla literalmente a mis pies. Siendo sincera conmigo misma, tenía mis reservas respecto a esta situación, ya que me da un poquito de terror que me termine gustando este tipi de situaciones. Quizá sí, quizá no. La única manera de saberlo es probándolo tú misma. El cuerpo me ha temblado de placer desde hace días cuando fui al centro comercial de la Rambla y me metí -por primera vez- a la tienda departamental de Victoria's Secrets. Seguro que estuve roja como tomate cuando una de las chicas que atendían, se acercó a preguntarme si buscaba algo en especial. A ella no le sorprendió nada que le dijese que quería lencería de encaje. Por supuesto, si alguien entra a una tienda como esa es para comprar lencería.

Gracias a la dulce culpa de Juliette he empezado a escapar mi amada zona de confort. Claro que no ha pasos de gigante, pero sí de a poquitos lo vengo haciendo. Mis padres se han dado cuenta cómo mi forma de ser se anda despegando del clásico molde de chica que se esconde como conejito en su habitación mañana, tarde y noche. Pero ellos lo aluden a que ando "enamorada" de Sasha.

¡Ah! Si solo supieran que ahora mismo tengo a una mujer besándome el interior de mis piernas. No se lo creerían.

- Ummm... -suspiro cuando sus besos avanzan sin freno en dirección hacia mis bragas-. Dime, Juliette, ¿quieres esto?

mis dedos se meten unos centímetros debajo de mis oscuras bragas para apartarla hacia un lado. Solo lo suficiente para que pueda quemarse los ojos de erotismo al ver mi desnuda vagina abrir ante ella. Siento cómo su ardiente aliento acaricia a mi tupida franja central que forma mi monte de venus. Por supuesto, esto no es como una peli porno donde el 99% de las mujeres lo llevan bien depilado.

- No comas ansias. ¿No ibas a ser una chica buena? Mejor dicho: mi chica buena.

- Lo siento, señorita Kincaid -susurra en el mismo tono de un cachorrito al que le acabas de gritar-. Juliette me está volviendo loca al seguirme el juego. ¡Me encanta!-

Vuelvo a acomodarme la ropa interior, y tanteo con los dedos hasta ubicarlos en cada una de sus mejillas. Le hago el ademán de que se me acerque y Juliette acepta de inmediato. Pronto mis manos sueltan su rostro y la abrazo por la cintura antes de buscarle la boca. La beso en los labios unos segundos, ella se acerca más a mi cuerpo, nuestros pechos se encuentran, y el corazón se me quiere escapar.

- Te quiero, nena -confiesa al darnos un corto respiro-.

- Y yo a ti, bebé.

Pronuncio en un rápido suspiro con tintes de gemido, pues antes de reaccionar, es ella quien me besa en los labios, pero metiéndome la lengua. La piel me vuelve a picar de emoción debido al abrasador calor entre ambas combinado con el embriagador sabor a menta de su boca y el sudor que me recorre el cuerpo entero.

Empiezo a recostarme sobre la cama ante su intensidad. Mis deseos por llevar las cosas a un ritmo lento han sido reemplazados por la lujuria desatada a causa de sus besos. Es casi como si su lengua creciera en cada arremetida que me da, obligándome a abrir más mi boca. Mis manos suben y baja desde su espalda hacia tocarle los muslos. Su ropa me incomoda, quiero quemarme con el calor de su piel, y aprenderme de memoria cada centímetro de su ser.

La Chica EscarlataDonde viven las historias. Descúbrelo ahora