18. Éxtasis

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No sé hasta qué punto debo de seguir fingiendo que Sasha me anda enamorando. Obvio que es para darle gusto a mis padres y caerle bien a los Herrera. La otra vez tuve una conversación casi sincera con él. Le expliqué que por ahora no sentía nada más que una bonita amistad. Sin embargo, Sasha me pidió continuar con nuestras citas -las que se redujeron bastante en cantidad- ya que confiaba que en algún momento yo lo vería con otros ojos. A diferencia de Cony, en él no siento que haya ese sentimiento de necesidad hacia mí. Hasta he llegado a pensar que no soy la única que anda jugando a los "enamoraditos". Si no fuese porque Sasha parece demasiado inocente, pensaría que él me está usando. Sí, esa idea suena estúpida por sí sola. ¿A quién querría darle celos? Sé muy bien tanto por sus hermanas como por él que no tiene ninguna expareja ni nada cercano a ello.

Quizá lo mejor no sea terminar con esta mentira que ciertamente nos beneficia a ambos. Una opción es que la mentira muera por causas naturales dado que Sasha volverá a Europa el próximo año. En cambio, lo que sí me gustaría es que Miriam se quedase aquí en Lima. Ella también tiene planeado trabajar en una ciudad europea, precisamente, en Francia. Otra de las casualidades que la unen a Juliette.

Juliette y Mimi: ¿las dos caras de una misma moneda? Me gusta pensar que sí, por lo que no tengo arrepentimiento alguno al besar a la rubia cada vez que nos vemos y nos arriesgamos a que alguien en su casa nos descubra. Claro que no hemos pasado de esos lujuriosos besos. No tengo entre mis planes el acostarme con Mimi. Hacer el amor es solo con Juliette. Y de eso no tengo duda.

Como sea... Hoy es la víspera de su cumpleaños número 23 y pienso pasármelo muy bien con Mimi. Considerando lo estresada que anda por los tiempos límite de entrega que le exigen en el trabajo, mi compañía le cae como anillo al dedo.

Apenas llego a su casa, ella es quien abre la puerta y me saluda con un profundo beso en los labios. ¿Qué pensarían sus padres si nos ven así? Aún mejor, ¿y si Sasha nos descubriese? No, no estoy preocupada por ninguna de esas posibilidades. Es extraño, pero con Mimi no me interesa nada más que ella. Sé que estoy haciendo cosas incorrectas y no me importa. Al contrario, lo disfruto.

- Bienvenida, nena -exclama al separarnos-. Moría por comerte los labios.

- Comparto tu idea -suspiro en una sonrisa y meto un rebelde mechón rubio detrás de su oreja, pero este vuelve a escaparse-.

- Es una tarea imposible -murmura y vuelve a besarme, empujándome contra la puerta que se termina cerrando-. Te extrañé demasiado esta maldita e interminable semana.

- Ya estoy aquí, Mimi. Para qué recordar el pasado, ¿no?

Su estridente risa y voz con toquecitos rasposos me excita por momentos. ¡Mierda! Apenas estoy en el pasillo de su casa y ya estoy encendiéndome. No soy ninguna idiota para adivinar que su idea de "pijamada" va por el sentido sexual. Sin embargo, acepté con la intención de dejarle claro que lo nuestro se reduce al éxtasis de los besos y coqueteos que tanto me divierten.

- Ven, vamos a la terraza.

- Primero saludo a tus padres.

- No están. En verdad, no hay nadie más que nosotras en casa.

- Uyyy... ¿debería de preocuparme?

- Depende. ¿Te dan miedo las rubias con síndrome de asesinas seriales a plena luz del día?

- Esas son las que más me hacen temblar -susurro en su oído antes de estallar las dos en carcajadas mientras subimos las escaleras tomadas de la mano-.

La Chica EscarlataDonde viven las historias. Descúbrelo ahora