- Helena, no puedo quitarme de la mente que esa vacuna es puro cuento -exclamé con aburrimiento mientras veía de reojo a las personas en la fila C que estaban a mi lado-.
- Sea cuento o no, igual la necesitas, señorita. Además, ya estamos aquí y no te van a dejar salir.
Aunque mi sonrisa no se viese debido a la mascarilla de Hello Kitty que llevo puesta, mis ojos se achinaron por la gracia que me causa Helena. Me pregunto cómo será de aburrida mi vida cuando esté lejos de ella.
- Además, esa cartilla payasa es solo una hojita que yo misma he llenado. ¿Qué validez tiene esa hojita? Podría sacarle copia a color y decir que ya recibí las dos dosis.
- Deberías de intentarlo y me cuentas qué tal te fue en el aeropuerto. A ver si te dejan subir al avión. Vas a terminar tomándole una foto al avión despegando.
Esta vez sí me río a viva voz y entrelazo mi brazo debajo del suyo. Helena me cariña mientras seguimos esperando que venga uno de los encargados de la vacunación para que nos diga que avancemos a la otra salita.
Mis planes anti-vacuna se habían ido al tacho desde que les conté a mis padres sobre la posibilidad de obtener una beca para realizar un máster en Barcelona. En la primera semana de enero fue que envié la documentación que me solicitó la Universitat de Barcelona. Y a principios de febrero estuve saltando de alegría mientras agitaba mi celular ya que había obtenido la carta de aceptación de parte de la universidad, pero también la posibilidad de tener una pasantía en la empresa financiera Admiral Group. Prácticamente me había sacado la lotería dos veces seguidas en una sola tarde.
Aquellos días fueron de lo más alegres para mi familia, pero mientras más se acercaba el viernes 11 de marzo, más eran la ansiedad que me carcomía los nervios durante las noches en que el silencio me hacía pensar y fantasear en torno a mi vida futura y cercana vida en Barcelona. Sería mi primera vez en otro país, la primera en que viviré sin papá ni Helena ni nadie que conozca. Mi conclusión siempre era la misma: ¡¿en qué locura me estoy metiendo?!
Sin embargo, esta es la oportunidad de oro que se presenta un par de veces en tu vida. Ya he desperdiciado dos oportunidades, y los estragos que dejaron en mi corazón casi me llevaron a soltarme del filo del abismo. No pienso vivir con otro arrepentimiento que aparezca tan nítido cada vez que cierro los ojos. Es tan cierto que algunas veces se debe de correr antes de aprender a caminar. Esta es la ocasión perfecta para saltar al precipicio y descubrir si mis alas tienen la fuerza para hacerme surcar el cielo.
- No vayas a llorar. Valiente -exclamó Helena cuando me senté en la sección del vacunatorio-.
- Mamaaaá... ¡Qué roche! -chillé, avergonzada y roja como tomate, ya que quien sea pudo escuchar-.
- Ay, Morgana. ¿Acaso no era la razón de que te dolería el hincón de la aguja el motivo de por qué no quieres vacunarte?
- ¡Naa! Yo no me quería vacunar por lo del chip que te inoculan. Dicen que en dos años van a activarlos para establecer el nuevo orden mundial.
Argumenté con gracia, pero Helena se miró con extrañeza y no pude evitar reírme.
- Tú y tus cosas, Morgana. Ya estás como la chica de la tienda que me dijo que vio cómo al ponerte una moneda de dos soles en el hombro donde te vacunaste, esta se quedó pegada como imán.
Esta vez, las dos compartimos carcajadas, y también el par de chicos que estaban en los asientos de atrás oyendo las payasadas que decíamos.
- Cinco meses tarde, pero al final te dejaste poner la vacuna -dice Helena-.
- Solo para subir al avión sino seguiría sin vacuna -argumento cuando salimos del centro de vacunación-. Me guardas un poco de flan, ¿ya?
- ¿Qué? ¿Acaso no vas a almorzar?
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La Chica Escarlata
RomanceA sus 22 años, Ana sigue envuelta en su depresivo estilo de vida. Lo único que desea es que llegue diciembre para graduarse y nunca más volver a la universidad donde no tiene amigos. Un inesperado viaje junto a su papá y madrastra la orillará a cruz...