5. Mimi

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- Discúlpame si me he sobrepasado con mi saludo -añade de pronto la rubia al terminar de besarme la mejilla-.

- No entiendo... -murmuro-

- Mimi se refiere a que quizá estés molesta porque te saludó con un beso. Bueno, ya sabes toda esa vaina sobre "la nueva normalidad" -agrega su hermano en medio de una divertida sonrisa que salta entre nuestros rostros-.

- AH... No, nada que ver. Para mí esas son tonterías. Pero respeto lo que cada uno piense y crea...

Apresurada añado, deseando no haber sonado demasiado maleducada o agresiva. El hecho de que mi vida social sea nula, implica que esté acostumbrada a decir lo que pienso sin temor a molestar a nadie. Sí, debería de contenerme contando al revés desde el 1 al 10.

- Es bueno saberlo, Morgana. Estoy empezando a creer que me caerás muy bien. Yo también pienso como tú con ese supuesto virus.

- Vaya. Ya vas a empezar de nuevo -suspira su hermano con aburrimiento-. Morgana, ten cuidado de que cuando Mimi empieza con sus teorías de la conspiración, no hay quien la frene.

- ¡¿Kha?! Lo dices como si yo hablase estupideces. De cualquier forma, no iba a hablar sobre ello. Prefiero divertirme conociendo a nuestra amiga.

- Oye, pero antes, le estuve diciendo a Morgana que iríamos a la playa o algo así. ¿Ya te decidiste? Por cierto, ¿Noa dónde está?

- Dando un espectáculo jugando billar en la sala de juegos. Ya te puedes imaginar que más de un hombre anda atento a ver cómo ella se estira sobre la mesa, haciendo lucir sus piernas más sexys que nunca. Heyyy... Ni se te ocurra ir. Noa se sabe cuidar sola. No necesita que su hermano menor la intente defender.

Sasha ya había tomado impulso para brincar fuera de la silla para ir por su hermana, pero el gesto de advertencia dibujado en el rostro de Miriam fue suficiente para calmarlo.

- ¿Irán a la playa o tienen otros planes? -pregunté con intención de que olvidasen el tema de Noa y el billar-.

- Emm... Supongo. La tenemos a menos de cien metros. Imagino que incluso estando allá, nos atenderían los del hotel, ¿no? Porque ni fregando me levantaría de la arena para ir por una Coca-Cola hasta aquí.

- Es cosa de preguntar -ataja su hermano mientras me lanza una mirada de "está loca, no le hagas caso"-.

Mimi chasquea la lengua antes de sonreírme. Quizá solo son ideas mías, pero las orejas se me encienden ante ese gesto.

- ¿Qué esperas?

- ¿Qué?

- Anda a hablar para que nos lleven sombrillas, sillas y una mesita a la orilla. Sabes que yo podría hacerlo, hermanito, pero como soy un alma de Dios, no te haré pasar vergüenza.

- Eres malévola.

- Bastante. Así que apúrate.

Charla de hermanos. Las palabras encriptan mensajes ocultos que me gustarían descubrir sus significados.

- Mimi no sabe tratar muy bien a la gente -comenta Sasha al ponerse de pie-.

- Sí, me creo mejor que el resto. ¿Qué más? Sabes que te amo mucho, Sasha -dice entre risas al darle un beso en la mejilla a su hermano-.

No tengo idea qué comentario acertado hacer antes de que Miriam se dé cuenta que soy más extraña que un marciano. Y con lo criticona que aparenta ser, no quiero ni imaginarme lo que dirá de mí más tarde. Al menos con la presencia de Sasha, podía escapar de momento incómodos, pero ahora solo estamos nosotras dos.

La Chica EscarlataDonde viven las historias. Descúbrelo ahora