Miedo

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Katsuki toda su vida había tenido miedo.

Cuando era pequeño, había demostrado que era mejor que la media. Por eso, sus padres habían puesto grandes expectativas en él. Ambos habían visto en su hijo un enorme potencial que no podían dejar desperdiciar. Por eso, siempre le exigían ser el primero de la clase, porque sabían que el rubio podía.

También, esa enorme energía que tenía desde pequeño, debía concentrarse en algún deporte para que no perdiera el tiempo en la calle. Por eso lo habían inscrito a clases de kung fu.

Pero como en un principio las clases solo le quitaban tres días a la semana, por lo que los otros tres días los concentraba en las clases de batería. Posteriormente se quedó con el kung fu, debido a que se había vuelto su pasatiempo favorito.

Y luego estaba Deku. Era un inútil, sin poder hacer nada bien.

"Kacchan esto", "Kacchan lo otro". Siguiendolo a todos lados como un idiota.

La verdad es que si le gustaba pasar tiempo con él, pero las circunstancias los habían separado.

Deku le intimidaba de cierta forma. Cuando cayó al río y Deku fue el único que le ayudó, su mundo se quebró.

Todos decían que Bakugo podía solo con todo, hasta sus padres. Entonces, ¿por qué ese niño debilucho creía que podía ayudarlo? ¿No se daba cuenta de la diferencia entre ellos dos?

Le había molestado que el peliverde rompiera su burbuja, donde el rubio era el mejor en todo. Un odio había comenzado de a poco a crecer hacia su amigo de la infancia.

El niño llorón que no podía hacer nada bien, jamás tendría que preocuparse por lo que los demás dijeran de él, porque siempre sería ese inútil.

El debilucho que podía relajarse viendo anime y leyendo manga todo lo que quisiera sin importarle nada, porque no tenía una madre loca histérica perfeccionista.

Ese día, le dijo todo lo que pensaba a Deku.

—Kacchan... Pudiste habérmelo dicho —le contestó Izuku, algo nervioso—. Como dije, no te tengo rencor, quiero que volvamos a ser amigos.

—Las cosas no pueden ser tan fáciles, tú deberías de odiarme.

—No hace falta, tú ya te odias demasiado como para que yo añada más odio —avanzó hacia él—. No negaré que he tenido mucho miedo durante años, pero las sesiones de terapia me han ayudado.

Y como el idiota que se sentía, no pudo evitar llorar.

—Ese día... t-te dije que te tiraras del techo de la escuela... —comenzó a temblar a pesar de tratar de controlarse—. Llegué demasiado lejos sin darme cuenta que en realidad el que debería tirarse del techo era yo mismo...

Sintió como Deku se acercó y lo abrazó, también estaba llorando.

—¡Si las cosas no hubieran sucedido así! ¡No hubiera entrado a esta escuela ni hubiera mejorado tanto como persona! ¡Tú siempre me inspiraste a superarme! ¡A pesar de que no lo hubieras hecho de la mejor forma! ¡Siempre serás mi mejor amigo!

Las cosas habían terminado muy incómodas, pero al menos había podido pasar página con su amigo.

Y ahora se encontraba atrapado en un almacén con una chica hermosa que le pedía coger allí. Definitivamente eran demasiadas emociones para un solo día. Sentía que iba a explotar.

—¿Qué pasó con querer llegar virgen al matrimonio?

—No hay forma de que mis padres se den cuenta.

CalmaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora