La piel le cosquilleaba. En el pequeño y oscuro armario la música de la fiesta era amortiguada.
—Te quiero... —el susurro risueño de su novia en su oreja lo hizo estrecharla aun más en sus brazos; se sentía en un paraíso del que no quería salir jamás.
Burbujas de calma inundaban la habitación. En ese lugar solo estaban ella y él.
Hundió su rostro en el cuello de la castaña aspirando el suave y dulce olor que solo ella podría desprender. Aquel aroma tan rico que lo enloquecía y lo hacía sentir el ser más afortunado del planeta por tener la dicha de impregnarse en él. Como una anestesia, llenarse los pulmones con ese aroma mientras el delicado rostro redondo le suplicaba por más era una fantasía efímeramente bella.
Su mano llevaba un largo rato explorando aquel redondo y gordo trasero, era encantador ver cómo la mejillas ponía una expresión más y más juguetona cada vez que le daba un ligero apretón provocador.
—Uo... K-katsuki —gimió al sentir su agarre más firme, luego se le escapó una melodiosa risa que terminó en un tono algo ronco para una chica tan grácil como ella.
Pero eso no le bajó las ganas ni un poco al rubio ceniza, al contrario, le emocionaba que estuvieran en un momento tan íntimo como aquel.
Solos, solo él y ella.
Una sensación como fuego le subió por el estómago al sentir la delicada mano de la castaña meterse dentro de su pantalón de una manera tan segura; ya no era aquella chica tímida por la que había suspirado hace más de un año, cuando la había visto por primera vez en la cafetería.
Por supuesto, tenían ya cuatro meses de novios saliendo y varios encuentros íntimos como aquellos.
Usualmente eran en la casa de él con la excusa de que Ochaco iba a la biblioteca por tarea de vacaciones. Esta era la primera vez que lo hacían con tanta gente afuera pero realmente no les daba nada de miedo; la música era demasiado ruidosa para que los escucharan, el armario tenía seguro por dentro, la misma anfitriona le había dicho a la de cabello chocolate que se podía divertir un rato allí...
Todo estaba a favor de ellos dos.
Las embriagantes caricias que su novia ejerció en su miembro lo hicieron soltar un quejido de placer, aquello se sentía delicioso.
Estaba a punto de pedirle que se volteara para subirle la falda allí mismo y frotarse en esas rosaditas y bellas nalgas cuando...
Toc toc.
Se quedaron estáticos y la vergüenza los cubrió de carmín, ¿quién podría ser? Una rápida mirada los hizo acordar en silencio que no hiciesen ruido y esperaran a qué se fueran, pero una nerviosa voz los hizo soltar un suspiro de alivio al oírla.
—Uhm, Ochaco, tu celular no deja de sonar —el rubio ceniza inmediatamente se hizo a la imagen de su amigo de la infancia detrás de esa puerta, incluso más avergonzado que ellos por interrumpirlos; a veces el pecoso era demasiado extremo en ciertos temas cotidianos—. Creo que es tu madre.
Al oír aquello la cara redonda rápidamente quitó el seguro y salió. El de ojos carmesí pudo notar su adrenalina.
Nunca entendería la relación que Uraraka tenía con sus padres, era muy extraño que se llevara tan bien con ellos y a la vez les ocultara tantas cosas para poder disfrutar de momentos sumamente normales para chicos de su edad.
Y eso incluía tocarse con su pareja dentro de un armario en una fiesta; por favor, no había que hacerse los inocentes. Ya estaban grandecitos para decidir si querían quedarse con esas embriagantes caricias o se arruinaban la vida con un bebé por calenturientos, la opción que elegir era muy obvia. No entendía como había padres imbéciles que creían que porque ellos se comieron la torta antes del recreo sus hijos irían justamente a hacer la misma idiotez....
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Calma
Fanfiction«...por primera vez en su vida había sentido lo que es la calma». Bakugou Katsuki siempre ha sido muy temperamental, eso todos lo tienen claro. Sobre todo, Izuku. Ochako Uraraka siempre ha sido muy obediente y femenina, llena de vestidos rosas y per...