Hermione despertó tarde esa mañana. Por suerte no tenía clase y pudo remolonear un poco más en la cama. La cabeza le dolía y la boca le sabía a cenicero. La noche pasada en compañía de su profesor le estaba pasando factura. Miró su reloj. Todavía llegaba al desayuno si se apresuraba pero no se veía con ánimos de enfrentarse a Snape. Nada había pasado realmente entre ellos pero la chica sentía que habían traspasado una linea roja sin saber muy bien como ni porqué. Apartó las mantas de una patada, fue al baño y regresó a la comodidad de su cama. Se tapó hasta las orejas e intentó volverse a dormir para calmar su incipiente migraña. Quizás estaba actuando como una cobarde pero en esos momentos no tenía la mente clara para enfrentarse a la realidad del día.
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Severus Snape no había pasado buena noche. Apenas pudo pegar ojo incapaz de alejar el recuerdo de la insufrible de Granger entre sus brazos. Sabía que eso no estaba bien. No había pasado nada entre ellos pero poco había faltado.
El amanecer le había sorprendido dormitando en el mismo sillón donde había estado bebiendo con ella. Se levantó y después de pasar por la ducha, empezó a recoger el pequeño desastre que reinaba en su despacho. La botella vacía y el cenicero lleno de colillas eran la prueba de que la noche pasada había sido real. Se miró la mano. Mano que había estado sobre los labios carnosos de su alumna hacía apenas unas pocas horas. Inconscientemente se llevó esa mano a los propios labios sólo para alejarla rápidamente una vez fue consciente de su gesto. Sus túnicas de la noche anterior estaban tiradas de mala manera en el suelo del baño. Se apresuró a recogerlas para depositarlas en el cesto de la ropa sucia cuando un olor familiar invadió sus fosas nasales. Olía a humo de cigarrillo y al empalagoso perfume de Granger. Esa chica se empeñaba en usar ese potingue que olía asquerosamente dulce. Era como si se bañara en piruletas de fresa y chucherías, como llevar Honeydukes en la piel. Su ropa apestaba a ella, su puñetero despacho estaba impregnado en ese olor dulzón...
Gruñó molesto y se marchó de allí para ir a desayunar. Por el camino al gran comedor le invadieron las dudas. Que cara pondría ella? Cómo debía actuar él? Se paró en medio de un pasillo debatiendo internamente si ir o no pero él era el adulto y actuaría como tal. Además, quizás ella no se acordaría de la noche pasada y todo seguiría igual. Para su decepción, la chica no se presentó a desayunar.
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Hermione pasó el resto del día festivo con sus amigos. Aunque el día era frío, hacía sol y los chicos pasaron gran parte del tiempo fuera. A la hora de la comida, Ron propuso hacer un pícnic junto al lago y pasaron la tarde también fuera.
Un poco antes de la cena, Hermione se excusó para ir a la biblioteca. Quería terminar un ensayo para la clase de Runas antiguas y pretendía terminarlo antes de su castigo.
Estaba tan absorta con el trabajo que no se percató cuando el profesor Pattrick se acercó a ella por detrás.
-Hola, desconocida – dijo mientras le tocaba el hombro sobresaltándola.
-Hostia! - dijo ella y con el susto derramó la tinta sobre el trabajo hecho – mierda.
El profesor arregló el desastre con un pase de varita.
-Quería hablar contigo – dijo él mientras se sentaba junto a ella.
-Dime – respondió la chica claramente incomoda.
-Verás, en un mes llegarán las vacaciones de Navidad y necesito saber que tienes pensado hacer.
-No entiendo en que te incumbe eso...
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Wind of Change (Sevmione/Snamione)
FanfictionLa guerra termina pero cambia la percepción de la vida de las personas que la viven. Vientos de cambio llegan a Severus y Hermione que tendrán que aprender a curarse juntos de todo el horror pasado.