Parte 25

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Los días en el colegio parecían pasar deliberadamente lentos para Hermione y Severus.

Sus vidas se intentaban acomodar de nuevo a la rutina de las clases intentando olvidar los días y momentos vividos juntos.

Hermione, para sobrellevar la situación, se centró en sus estudios y pasaba tantas horas cómo le fuese posible en la soledad de la biblioteca para preparar a conciencia sus exámenes finales que tendrían lugar dentro de unos meses. Se había propuesto graduarse con las mejores notas y no quería fallar en su plan.

Por otra parte Severus Snape se pasaba todas las horas muertas en las que no tenía que dar clase a los alcornoques de sus alumnos en su despacho evitando a toda costa encontrarse a sus compañeros docentes. Había vuelto a su carácter huraño y disfrutaba de nuevo de su soledad.

Dedicaba gran parte de sus horas libres a la elaboración de pociones para la enfermería y en poder desarrollar un proyecto personal de investigación sobre cómo paliar los síntomas de enfermedades incurables y los efectos secundarios de maldiciones. Durante muchos meses había ido anotando en una libreta de cuero con tapas desgastadas todas sus ideas para poder llevar a cabo ese proyecto y parecía que por fin había llegado el momento de comenzar a trabajar con ello. Le encantaría encontrar una cura para ese tipo de dolencias pero él conocía sus propias limitaciones y de momento se conformaba con encontrar alguna forma de poder controlar los síntomas y de algún modo adormecerlos para que el paciente pudiese llevar una vida más o menos normal.

Había escrito al director del laboratorio de investigación de San Mungo para comentarle todo el proyecto hacía unos días y hoy por fin había recibido una respuesta.

El señor Malcom se mostraba muy entusiasmado con el proyecto y quería conocer más sobre el tema. En su carta, se mostraba muy receptivo con la investigación a desarrollar y le decía que necesitaba ver esos apuntes y notas tomadas por el profesor asegurando que si todo era la mitad de bueno de lo que le había contado el pocionista por carta, podía contar con el hospital para cubrir los gastos de la investigación al completo y de necesitarlo, se podría trasladar a trabajar a sus propias instalaciones. Instalaciones dotadas con los más modernos avances en el desarrollo de pociones y con laboratorios surtidos con todos los ingredientes que pudiese necesitar. Por muy complicados que fuesen de conseguir. Era una oferta muy tentadora para Snape. Trabajar allí era como llevar a un niño a una tienda de juguetes y dejarle divertirse con todo lo que tuviesen.

Snape estaba emocionado mientras leía la respuesta del Sr. Malcom.

Ese mago era una de las personas más admiradas por el profesor. Llevaba más de 50 años en el ámbito de la investigación y muchos de los descubrimientos utilizados en medicina de los últimos tiempos se le debían a él. Llevaba siguiendo su trayectoria y leyendo todas sus publicaciones durante años.

Le escribió concertando una cita para ese mismo domingo. Quedaría con él para almorzar y así contarle todo sobre el proyecto y después por la noche iría a la cena que Narcisa le preparaba para celebrar su cumpleaños.

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Hermione estaba pasando la tarde entre libros y pergaminos en su rincón favorito de la biblioteca. Estaba tan enfrascada en sus cosas que no notó que alguien se acercaba a ella hasta que le tuvo prácticamente encima. Una mano se posó en su hombro sobresaltándola y sacándola de su ensimismamiento. Se giró esperando encontrar a Draco, pues había quedado con él para estudiar juntos, pero su cara se tornó en una mueca decepción cuando se encontró al profesor Pattrick tras ella sonriendo como un estúpido.

-Vaya, menuda cara, Mimi – dijo él con burla – Está claro que no te apetece verme.

-Muy agudo, profesor. ¡Y no me llame Mimi! - gritó dentro de su susurro ganándose así una regañina de la bibliotecaria.

Wind of Change (Sevmione/Snamione)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora