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6 𝑑𝑒 𝑀𝑎𝑟𝑧𝑜 𝑑𝑒 2022

𝐷𝑜𝑟𝑡𝑚𝑢𝑛𝑑, 𝐴𝑙𝑒𝑚𝑎𝑛𝑖𝑎.


𝐿𝑖𝑑𝑖𝑎.


Fue difícil. Fue difícil dejar todo en México; a mis padres, a mi hermano, a mi mejor amiga y toda la vida que tenía ahí. Había llegado el momento de apoyar a Sebastián en esta enorme oportunidad y demostrarle que siempre iba a estar con él en cada paso que diera.

Todo comenzó en los Juegos Olímpicos de 2020 que se llevaron a cabo en 2021, algo extraño. Es bien sabido que a ese tipo de competiciones van personas importantes de clubes europeos: las famosas visorías. Fue ahí que, gracias al tremendo nivel que mi demostró tener, llamó la atención de muchos. Sebas me platicó que al terminar el partido, se acercaron a hablar con él para hacerle saber que iban a estar siguiéndolo en cada partido para después poder hacer una oferta. Eso sucedió el año pasado y las ofertas comenzaron a inicios de este año. Sebastián tomó las ofertas de los clubes que más le interesaban, los cuales eran: Real Betis de España, Ajax en Ámsterdam y por último, Borussia Dortmund en Alemania.

Todos eran clubes importantes en cada país, por lo cual Sebastián no podía tomar una decisión. Le costó mucho hacerlo, pero después de pensarlo mucho y consultarlo con casi medio mundo, lo decidió.

Nuestro primer viaje fue a Alemania, a visitar al Borussia Dortmund y conocer todo sobre el club. Por que sí, había elegido al equipo alemán. Habíamos venido hasta el majestuoso Signal Iduna Park, pues Sebastián tuvo que firmar el contrato y hacer todo ese proceso para poder ser parte del club. Después de estar cerca de tres horas ahí dentro, nos despedimos, agradecimos a todo el personal que estaba y nos fuimos. 

Este viaje no era del todo por la luna de miel como le dijimos a todos, sino también por el cambio de club de Sebastián y por el tema de nuestra nueva casa. Teníamos que ver que nos la entregaran en buenas condiciones.

Viviríamos en Dortmund, en una casa con el espacio suficiente para nosotros dos y cerca del estadio. Para distraernos y comenzar con nuestra luna de miel, iríamos a Berlín, que estaba a unas cinco horas de aquí. Y para eso tomaríamos un coche compartido, que literalmente era ir con desconocidos en un mismo auto. Quisimos ir en tren para llegar más rápido, pero ya había salido uno y el siguiente salía en una hora.


—¿En dónde se supone que pasan esos coches? —le pregunté a Sebas, mirando hacia la carretera en busca de uno.


—Deben parecer taxis, Lidia. Si ves uno... ¡Ahí hay uno! —gritó y alzó la mano para hacer que un auto se detuviera frente a nosotros. Sebas se adelantó y me abrió la puerta. —Sube con cuidado, mi amor.


—Sí, gracias. —dije amable, subiendo y agachando la cabeza para no golpearme contra la puerta, pues siempre me pasaba. Apenas puse un pie dentro del auto, el olor a perfume de mujer se hizo presente, dejándome ver que ya había alguien. —Hallo! —saludé.


La chica venía leyendo un libro, y al oírme alzó la vista y me sonrió. Era bonita, a simple vista me había gustado su cabello perfectamente recogido en una cola alta y el delineado sin ningún error sobre sus párpados.

𝑬𝒕𝒆𝒓𝒏𝒂𝒎𝒆𝒏𝒕𝒆 ➳𝑺𝒆𝒃𝒂𝒔𝒕𝒊𝒂́𝒏 𝑪𝒐́𝒓𝒅𝒐𝒗𝒂 #𝟐 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora