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𝑆𝑒𝑏𝑎𝑠𝑡𝑖𝑎́𝑛.



Había pasado ya una semana desde que me enteré que sería papá y aún no podía creer que Lidia estaba esperando un hijo mío.

El día que me enteré, no pude evitar querer llamar a mi familia y amigos para contarles, pero Lidia dijo que sería mejor visitarlos para darles la noticia. Así que en los próximos días viajaríamos a México para contarles a nuestras familias y a algunos de nuestros amigos que también estaban allá. Posteriormente, iríamos a Ámsterdam para visitar a Edson y Sofía, después a Barcelona, que era en donde estaba Támara y David, ambos vacacionando ahí.

Me sentía completamente lleno de felicidad, algo dentro de mí no podía parar de querer estar con Lidia, abrazándola y tratando de consentirla. Además en los últimos días, estaba presentando vómito y náuseas, así como también mucho cansancio y ganas de dormir todo el tiempo.

Lidia había llamado a Gala para que fuese la ginecóloga encargada de su embarazo. Nos dijo que había estado un poco ocupada, así que pudo darnos cita hasta el día de hoy.

Estábamos acostados en la cama, mirando Spiderman mientras esperábamos a que llegara la hora de la consulta. Lidia comía yogurt y a veces la veía sumergir cheetos dentro, cosa que me parecía muy extraño.


—¿Cheetos con yogurt? —le pregunté divertido.


—Antojos de embarazada, no lo entenderías. —me dijo, cerrando los ojos y llevándose un cheeto de queso lleno de yogurt a la boca. En verdad lo estaba disfrutando.


No sabía el tiempo que Lidia llevaba de embarazo, pero ella era delgada y en verdad, un pequeño bulto en su vientre comenzaba a asomarse. Cualquier persona no notaría el bulto en su estómago, pero yo que estaba a diario con ella y la conocía a la perfección, notaría hasta el más mínimo detalle. Aún así ella lucía hermosa todos los días, pero la mini pancita le daba un toque de ternura. Sus ojos brillaban más de lo normal y sus mejillas rosadas la complementaban a la perfección.


—¿Cómo te has sentido estos días? —le pregunté, viendo cómo posaba una de sus manos sobre su vientre.


—Con mucho sueñoooo. —dijo, alargando la última palabra y estirando sus pies. —Y no sé si sea posible, pero te juro que a veces siento que algo de mueve dentro de mí. —comentó extrañada.


Yo no sabía si era extraño, pues no tenía conocimiento sobre a partir de cuál semana se comenzaba a mover un bebé.


—Ya quiere salir. —bromee, acercando mi rostro a su pancita y dejando besos sobre esta. —Te queremos mucho, bebé. Tranquilo, no patees tan fuerte a mamá que le duele. —susurré sobre su estómago.


—Quizá también será futbolista. —comentó ella, riendo. —Se sienten fuertes. —se acarició el estómago.


—Tiene que llamarse Leonel, en definitiva. —solté.


𝑬𝒕𝒆𝒓𝒏𝒂𝒎𝒆𝒏𝒕𝒆 ➳𝑺𝒆𝒃𝒂𝒔𝒕𝒊𝒂́𝒏 𝑪𝒐́𝒓𝒅𝒐𝒗𝒂 #𝟐 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora