𝐷𝑜𝑟𝑡𝑚𝑢𝑛𝑑, 𝐴𝑙𝑒𝑚𝑎𝑛𝑖𝑎.
𝑆𝑒𝑏𝑎𝑠𝑡𝑖𝑎́𝑛.
Lidia y yo estábamos de vuelta en Alemania, nuestra familia y amigos ya sabían sobre el embarazo y todos estábamos felices y ansiosos por conocer a Leonardo y a Alessandro.
Era la una de la tarde y yo ya estaba alistándome para mi primer partido con el Borussia. Estaba emocionado y nervioso, no sabía si iba a debutar hoy, pero el simple hecho de estar ya presente en el estadio me ponía muy contento.
Lidia estaba en la cocina preparándome una comida para antes del partido. Aunque le insistí en que yo podía prepararlo solo, no me hizo caso. Además ella también vendría conmigo al estadio para verme cumplir uno de mis sueños.
Cuando tuve mis cosas listas, bajé a la cocina y dejé la mochila sobre un sillón de la sala. Lidia se sostenía la espalda con una de sus manos y con la otra llevaba la comida a la mesa. Al verme, sus ojos inspeccionaron mi atuendo y la comisura de sus labios se alzó en una bonita sonrisa.
—No sé si es el embarazo, pero me pone verte en esa ropa deportiva. No sé, los colores....—soltó con cierta diversión, llevándose un dedo a la boca para limpiar la miel que había en este.
—En definitiva es el embarazo, Lid. Pero sabes que no podemos hacer nada hasta que Gala nos diga que es seguro. —le advertí divertido al ver que hacía puchero. —Mejor siéntate a mi lado y cuéntame cómo te están tratando mis hijos. —arrastré una silla y me senté para después arrastrar otra y hacer que ella se sentara.
Comencé a picar con el cubierto la fruta que estaba en el plato y la miré esperando su respuesta.
—Estoy bien, Sebas. Creo que es normal que la espalda me duela, eso nos dijo Gala. —me dijo tranquila. —Y lo de siempre, náuseas, fatiga... —suspiró, poniendo ambas manos sobre su pancita.
—Debes descansar más, mi amor. No hagas cosas de más, no quiero que les pase nada. —llevé un trozo de manzana a mi boca y la señalé con el tenedor cuando vi que iba a protestar. —No, ya sé qué vas a decir. Y yo te voy a responder lo de siempre; podemos contratar a alguien para que haga el aseo de la casa.
Su boca formó una mueca y sabía que la idea había sido desaprobada. Se levantó de la silla y se acomodó el vestido blanco de flores que llevaba puesto.
—Eso de tener a extraños en la casa no me gusta. —explicó, recargando su espalda sobre la barra de la cocina. —En ese caso puedo decirle a mi mamá que venga. O a la tuya. —propuso.
—No es mala idea, en realidad. —acepté. Bebí del vaso con jugo de naranja y lo volví a poner sobre la mesa. —Podrías llamar a las dos cuando lleguemos del partido.
—Yo lo decía de broma. —dijo y la miré con los ojos entrecerrados. —Pero ya vi que tú no. Las llamó después, lo juro. —aseguró y asentí.
Acabando mi fruta, ayudé llevar los platos al fregadero y los lavé. Sequé mis manos en la toalla que estaba ahí y caminé a la sala por mi mochila. Lidia venía bajando las escaleras, pues había ido por su chamarra a nuestro cuarto. Sonreí al ver que Lidia se había hecho un peinado y lucía tierna.
El vestido blanco le quedaba unos centímetros por arriba de la rodilla pero no tenía problema con eso. La ayudé a bajar y le ayudé a cargar su chamarra de mezclilla.
—Sebas, yo puedo llevarla. —comentó con diversión. —Es solo una chamarra.
—Yo sé, pero quiero ayudarte. —respondí y la tomé de la mano. —Vamos.
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𝑬𝒕𝒆𝒓𝒏𝒂𝒎𝒆𝒏𝒕𝒆 ➳𝑺𝒆𝒃𝒂𝒔𝒕𝒊𝒂́𝒏 𝑪𝒐́𝒓𝒅𝒐𝒗𝒂 #𝟐
FanfictionTe daré amor en la otra vida, en esta no me alcanzaron los años. 𝐒𝐞𝐠𝐮𝐧𝐝𝐚 𝐭𝐞𝐦𝐩𝐨𝐫𝐚𝐝𝐚 𝐝𝐞 ¿𝐃𝐨́𝐧𝐝𝐞 𝐄𝐬𝐭𝐚𝐛𝐚𝐬? 𝐏𝐫𝐢𝐦𝐞𝐫𝐚 𝐭𝐞𝐦𝐩𝐨𝐫𝐚𝐝𝐚 𝐝𝐢𝐬𝐩𝐨𝐧𝐢𝐛𝐥𝐞 𝐞𝐧 𝐦𝐢 𝐩𝐞𝐫𝐟𝐢𝐥.