𝑬𝒕𝒆𝒓𝒏𝒂𝒎𝒆𝒏𝒕𝒆 ➳𝑺𝒆𝒃𝒂𝒔𝒕𝒊𝒂́𝒏 𝑪𝒐́𝒓𝒅𝒐𝒗𝒂 #𝟐

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𝐿𝑖𝑑𝑖𝑎.

Mis pies descansaban cómodamente sobre el sofá mientras yo revisaba la información sobre la Aur Pair que vendría. El proceso era algo largo y tardaría de uno a dos meses. Así que tendría que esperar más datos sobre la chica: nacionalidad, edad y si tenía experiencia cuidando bebés.

Cuando terminé de leer el correo y de enviar mi respuesta, cerré la laptop y la dejé a mi lado. Últimamente me sentía sola en esta casa, que a pesar de tener a mis hijos, no era lo mismo que estar con Sebastián.

Él estaba teniendo actitudes extrañas y no entendía por qué. Los últimos días había estado llegando de madrugada a la casa. No me molestaba que se fuera de fiesta, creo que lo merece por trabajar, pero no estaba cool que todos los días llegase apestado a alcohol.

Yo por mi parte, había estado cuidando de Leonardo y Alessandro, quienes cada día estaban más grandes y más despiertos. Los estaba viendo crecer y eso me ponía muy feliz.

También estaba esperando que llegara la fecha para iniciar a trabajar. Comenzaría el ciclo escolar próximo, o sea en dos meses. Estaba muy nerviosa pero también contenta por al fin poder hacer lo que me gustaba.

Mi teléfono comenzó a sonar y me sacó de mis pensamientos. Lo tomé con calma y pude ver que era un FaceTime de David, mi hermano. Sonreí al ver que tenía a Lara, su bebé, como foto de perfil.

Le di clic al botón verde y un David con los ojos rojos apareció en la pantalla, y de fondo, los maravillosos llantos de su bebé.

—Hermanito, ¿qué tal? —le dije con una sonrisa, acomodándome sobre el sofá.

—Lara no deja de llorar y yo tampoco. —se quejó. —Támara fue al baño hace casi cinco minutos y no ha vuelto.

—Déjala hacer en paz del baño, hombre. —le dije con diversión. —Deberías de ver por qué está llorando, quizá puedes hacer algo.

—Le acabamos de cambiar el pañal hace diez minutos, Lid. Seguro quiere comer y, evidentemente, yo no tengo pecho. —se tocó sus pecho planos y reí. —Así que por ahora sólo la cargaré. ¿Y tú cómo estás?

—Yo estoy muy bien, gracias. En unos meses comienzo a trabajar en una Universidad que está cerca de la casa. —le conté con emoción.

—¡Felicidades, Lid! En verdad me da mucha alegría que hagas lo que te gusta. Sé que te irá bien, confío en ti. - me dedicó una sonrisa y a pesar de estar del otro lado de una pantalla, pude sentir el cariño y apoyo. —¿Y los bebés? ¿Sebastián los va a ver?

Hice un gesto extraño, subiendo las cejas y frunciendo los labios. Eso salió sin previo aviso, cosa que hizo que mi hermano me mirara con curiosidad.

—Sebastián está muy ocupado con los partidos y entrenamientos. Lo he visto muy estresado estos últimos días. —le dije y evité mencionar las llegadas de madrugada. —Aceptamos una Aur Pair para que nos ayude con los bebés mientras ambos trabajamos.

—Ah, esos es genial. Así ambos trabajarían un poco más tranquilos. —me dijo.

Seguimos platicando dos horas más, pues los temas eran interesantes y no habíamos hablado en mucho tiempo. Pero el tema que más nos tomó tiempo, fue el de mi padre. Sabíamos que estaba mejor y que el cáncer había desaparecido, pero aún así nosotros seguíamos dando nuestro apoyo para pagar los estudios próximos.

Después que terminé de hablar con él, nos despedimos y prometimos volver a hablar.

Me dejé caer sobre el sofá y dejé salir un suspiro. La casa estaba en total silencio a causa de los bebés durmiendo y de la ausencia de mi esposo, claro.

Lo extrañaba tanto.

Extrañaba al padre que llegaba a las cinco de la tarde y pasaba tiempo con sus hijos.

Extrañaba al esposo que me abrazaba cuando me sentía mal y bajaba a la cocina en la madrugada por un bote de helado.

Extrañaba al amigo que ponía Bad Bunny a todo volumen en la sala y se ponía a bailar.

Pero sobre todo, extrañaba a mi Sebastián.

La puerta de la casa se abrió y mi corazón se aceleró al imaginar a Sebastián cruzando el umbral.

Mi sonrisa se desvaneció al girar y ver a Gala.

—Auch, ¿tanto te desagrada mi visita? —dijo con diversión y dejó las llaves encima de la chimenea.

—Sabes que no, Gala. —me levanté del sofá y caminé para abrazarla. —Sólo pensé que era Sebastián. —confesé.

—¿No ha llegado de nuevo? —no lucía sorprendida, ella estaba al tanto de la situación. Sólo negué con la cabeza y alcé los hombros. —Seguro no tarda, mientras vamos a mirar una película, ¿si? Hay que seguir con el maratón de Harry Potter. —mencionó.

Hace algunos días habíamos empezado a ver Harry Potter. O bueno, ella lo hizo, pues yo ya las había visto millones de veces y sólo intentaba enseñarle un poco de cultura.

Preparamos unas palomitas y ordenamos dos cajas de pizza. Claro, para nosotras dos solas.

Los bebés seguían durmiendo, pues durante todo el día estuvieron despiertos y jugando con los osos de peluche que tenían. Era justo que estuviesen cansados.

Hoy nos tocaba mirar Harry Potter y el Cáliz de Fuego, mi película favorita de toda la saga. Al parecer Gala lo notó, pues cada que Cedric aparecía, mi emoción se hacía presente.

Durante la película no dejaba de dar leves vistazos a la puerta, esperando a que mi esposa apareciera. Tristemente la película terminó y él nunca llegó.

Gala quiso quedarse, pero mencionó que debía consultar a una paciente de emergencia y tuvo que irse.

Subí a mi habitación con ambos bebes en mis brazos y seguido de eso, les di pecho. Habían despertado a causa del movimiento que hice al subir las escaleras.

No me tomó mucho tiempo hacerlo, a los pocos minutos volvieron a quedarse dormidos y yo también.

Volví a dormir sola, abrazando a una almohada esperando que esta se convirtiera en el cálido cuerpo de mi esposo.

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Hola de nuevo, chicuelas. Quisiera decirles tantas cosas, pero no quiero abrumarlas con mucho texto. 🥺
Sólo para pedirles una enorme disculpa por mi ausencia por ya un mes, pero en resumen, estoy de intercambio en otro país y la mudanza fue pesada. Recién me estoy acostumbrado a este lugar.
Espero de todo corazón que estén bien y nada, decirles que seguiré con la novela.
Ojalá puedan apoyarme.

Las quiero mucho.

Ivonne. 💘 (sí, así me llamo).