Cap.54-Vacío.

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Narra Luisa



—¿Adónde nos vamos a mudar? ¿Unas casas más al sur, norte? —pregunté nerviosa.
—Vamos a irnos del país. A Colombia específicamente —dijo mi madre seria.
—¿Para Colombia? Están de broma ¿no? —pregunté medio molesta.
—No hija, no estamos de broma —dijo mi padre temeroso—. Por favor, tómalo bien como la otra vez, cuando nos cambiamos de ciudad y...
—¡No papá, no! —lo interrumpí—. Justo cuando estoy en la etapa más feliz de mi vida vienen y me lo arrebatan. ¿Quieren lo mejor para mi? ¡Déjenme aquí en México, no es justo!
—¡Luisa, no seas grosera! —mi madre alzó la voz—. ¡Nos vamos y punto! ¡No porque ahora seas feliz quién sabe si lo seas después!
—¡Entonces déjenme hasta que acabe mi felicidad! ¿Qué pasará con mi novio y mis amigos? ¡Por fin tengo lo que siempre deseé! —estaba al borde de las lágrimas—. ¿Por qué son tan egoístas?
—¡Algún día vas a terminar con el sin oficio de tu novio! ¿Y tus amigos? Te van a apuñalar a tus espaldas, no porque sean muy unidos significa que nunca te vayan a traicionar —dijo mi madre un poco calmada.
—¿Entonces por qué sigues con papá? Ya sabes, son novios desde segundo de secundaria.
—Porque tu papá y yo nos amamos —dijo tajante.
—Pues Mau y yo también nos amamos así que cállate.
—¡Aún así nos vamos, quieras o no Luisa Fernanda! —Mi madre gritó para finalizar la conversación, yo salí dando un portazo.

Al salir de la habitación de mis padres me fui a la mía, me encerré y me fui escurriendo contra la pared. Caí en el suelo y refugié mi cabeza en mis piernas para llorar.

[...]

No sé en qué momento me quedé dormida en el frío suelo de mi habitación, mire por la ventana y estaba lloviendo, oscurecía de paso. Me levanté del suelo y me dirigí al baño. Me puse en frente del espejo para verme ojerosa, más pálida de lo normal y con los ojos llorosos. Me daba impresión, me recordó a como solía verme antes. Abrí un cajón escondido que tenía allí, observe mi secreto guardado y lo saqué. Estaba oxidada.

—No me siento segura de esto...—suspiré.

Pero sentía la necesidad, tenía ganas de desahogarme como en los viejos tiempos. Me senté en el suelo y levanté la manga de la blusa que traía. Observé y las marcas se habían borrado, tenía pequeños fragmentos que ya casi se estaban yendo y quedarían en el pasado. ¿Lo hago o no? Esa pregunta rondaba en mi casa repetidas veces, como un disco rayado. Hacerlo implicaría poner más marcas y que tarden más tiempo en esfumarse. Me decidí por hacerlo, me sentía vacía, mis padres me iban a quitar todo lo que tenía. Ya no podía perder nada más que la vida.¿Era correcto hacer tal hazaña?

Situé el secreto en toda mi muñeca, la hundí y dolió tanto que solté un grito ahogado. Retire la cuchilla de mi muñeca para lanzarla al suelo con fuerza. Una parte de mí no se iba a dejar vencer tan fácil. Me levanté del suelo y lavé aquella cortada tan diminuta que había echo. Las veces que hice tal cosa no dolía y eso que las hacía más profundas y largas. Concluí que era más fuerte que antes porque me sentía más de esa manera. Estaba viendo la vida con otros ojos, yo ya no necesitaba esas estupideces así que abrí el cajón de nuevo y saqué la variedad de secretos que tenía allí, los agarré con cuidado para no hacer otra herida. Abrí el escusado.

—Este es el adiós, amigas. No hagan daño a más personas.

Las tiré y bajé la cisterna, iban todas en círculos al son del agua hasta que desaparecieron, me había liberado de un mal que podría matarme y así dejar a esos seres queridos que tanto quiero y que me quieren a mi. 


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Si alguno/a hace algo referente a esto esperamos que lo superen, puede que lo sientan como una necesidad pero ustedes valen más que unos insultos o un bajo autoestima. Acudan a alguien, pídanle ayuda a sus familiares y amigos cercanos. Dado el caso que estén solos y no tengan la suficiente confianza con su familia, busquen ayuda a un psicólogo o algún profesional para que les enseñe a ver la vida con otros ojos. Les podemos asegurar que su vida puede dar un giro a 180°.  


Amor de institutoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora