Cap.55-Palabras difíciles.

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Narra Luisa


Lunes en la mañana, me desperté un poco más temprano de lo normal así que tenía tiempo de sobra. Me duché y cuando terminé por ende me empecé a vestir, como hacía frío me puse una bufanda gris de lana. Vi que tenía aquella cortada pequeña del día de ayer un tanto roja así que me apliqué una crema cicatrizante y me puse una curita de Hello Kitty, las que usaba después de hacer esas cortadas. Luego de eso, peiné mi cabellera lacia y me perfumé. 

Vi mi cara en el espejo, me encontraba fatal ya que lloré antes de dormir. Decidí maquillarme un poco para tapar esas feas ojeras y le puse un poco de color a mis labios también me apliqué un poco de rímel en las pestañas.

Bajé por la escalera de caracol para ir a la cocina y hacer mi desayuno. Entré y vi a mi padre sentado en el comedor leyendo el periódico.

—Buenos días —dijo mientras sonreía—. ¿Cómo has dormido?
—Buen día. Dormí normal...
—No me mientas, tu cara te delata —resopla—. ¿Es por lo de Colombia? —asentí—. Hija, sé que es muy difícil dejar todo atrás pero ¿qué hay de malo si empiezas de nuevo? Además, te quedan seis meses de estudio y dijiste que te gustaría estudiar en el extranjero.
—Estudiar fuera del país la carrera universitaria, papá. Ya no quiero hacerlo, si no es con mis amigos y mi novio no quiero nada. Papá, ponte en mi lugar, imagina que te hubiesen alejado de mi mamá.
—Nos sucedió y no hicimos caso. Escapé con tu mamá, lo difícil fue que tú mamá tuvo un embarazo temprano y yo no quiero que te pase eso así que por eso quiero convencerte para irnos del país.
—Según entiendo es que entonces cada vez que tenga un novio, me llevaras lejos de él por miedo a que me embarace, qué idiotez papá, algún día tiene que pasar.
—¡Sí, pero no tan temprano!
—No te entiendo papá...Es injusto de todas maneras —mi teléfono empezó a sonar, era Laura—. Me tengo que ir, llegaron por mi.
—¿No comerás nada? —preguntó mi padre.
—¡No, gracias y adiós!

Salí de la cocina y corrí al baño a lavarme los dientes, al acabar tomé mi bolso para salir y encontrarme con la rizada.

—¡Hola, Lu! —saluda con mucha energía.
—¡Hola, Lau! —sonreí forzosamente—. ¿Qué tal?

Nos pusimos a hablar sobre qué habíamos hecho el fin de semana, yo le conté todo acerca de lo relacionado con Mau. Ella se entusiasmaba, gritaba como niña pequeña y me felicitaba por cada cosa.

—Después llegué a casa y me dormí —hice una mueca.
—¿Segura? Le dijeron a mi madre el chisme que te andabas gritando con tu mamá.
—Vecinos...—susurré—. No tienen oficio.
—¿Qué pasó acaso? Sabes que puedes confiar en mi.
—Es difícil, muy difícil de decir.
—Ya me estás preocupando. Luisa, habla.
—No quiero llegar llorando al instituto y que alguien conocido me vea en éste estado —señalé mi rostro.
—¿Faltamos a la primera unidad? Es castellano y vamos bien.
—Bueno. ¿Vamos a ese café? —asintió.

Pasamos la calle y entramos a aquél establecimiento, pedimos dos cafés y nos sentamos en una mesa para dos.

—¿Qué es lo difícil que debes decir? Me tienes preocupada.
—Ayer después de que llegué de la casa de Mau...Mis papás —las lágrimas querían asomarse—. Me dijeron que nos vamos a mudar.
—¡¿A dónde?! —exclamó. 
—A Colombia, Lau me voy a ir del país —las lágrimas se apoderaron completamente de mis ojos.

Laura estaba conmocionada por la noticia, se cogía la cara y el cabello. Restregaba sus ojos y se pellizcaba porque pensaba que era un mal sueño. Estaba triste y temblorosa diciéndome con la mirada "Esto es una broma". 

Llegó la mesera con nuestros cafés y los dejó encima sin despegar el ojo de ambas mientras se retiraba.

—¿Estás bien? —pregunté asustada.
—No puede ser Luisa...Te vas muy lejos —empezó a llorar—. ¡No quiero que eso suceda! ¡Debemos graduarnos todos juntos! —posó de nuevo sus manos en su rostro.
—Lo sé, no sabes todo lo que me duele.
—¿Por qué tus padres decidieron irse?  
—Dicen que por el daño que he pasado por María. También que les da miedo que termine embarazada de Mauricio, lo cual no va a pasar. Más que triste estoy enojada porque se preocuparon por mí luego de que la marea ya cesara.
—Es una estupidez. Esta noticia apesta —le dio un sorbo a su café—. ¿Cuándo te irías?
—No lo sé aún, quizá esta tarde tengo esa plática. La verdad no quiero ni verlos a los ojos.
—Me tienes que avisar. Ruego a lo que quiera que nos cuide que ojalá cambien de opinión, no soportaría que te fueras, eres una amiga difícil de encontrar...—limpió una lágrima que se asomaba con su mejilla.
—Tu también lo eres, Lau. Si me voy, ten por seguro que no te olvidaré.

Laura rompió en llanto otra vez, se levantó de la silla y se acercó a abrazarme, le correspondí. Seguimos platicando acerca del tema, sobre cómo les iba a decir a los demás esta noticia tan horrible, lo que más me preocupaba era Mau. Apenas estábamos empezando la relación de una manera más seria.

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