Cap.51-Roces de piel.

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Narrador omnipresente


Fueron besándose con pasión, deseo y amor. Luisa estaba nerviosa ya que sería algo nuevo para ella en cambio Mauricio ya había experimentado aquella sensación con otras chicas, pero creía fielmente que sería algo diferente que las demás veces puesto a que está enamorado de Luisa.

Mauricio fue retirándole lentamente la camiseta que vestía la joven nerviosa y ella a él, lanzándolas hacia el suelo de aquella habitación para seguir besándose. Mauricio nota como en el vientre de Luisa hay ciertos moretones, así que se acerca hacia la parte afectada y empieza a depositar pequeños besos que a Luisa le produce un cosquilleo por todo su cuerpo, aquello la hace subir más su deseo por él.
El chico quiere pasar a otra fase, así que empieza a explorar varias partes de su cuerpo. Empieza por sus pechos los cuales toca por encima, Luisa se arquea y se sonroja, el joven sienta a su novia y le desabrocha el sujetador, la acuesta de nuevo y lleva sus pechos a su boca, toma uno con la mano y lo masajea mientras el otro es víctima de lamidas y mordidas leves, hace un intercambio luego de unos minutos. 

—Mau, no te detengas —Luisa suplicó. 

Él quería complacer a su chica así que empezó a besarle de nuevo para dirigir sus manos a su trasero y luego al cierre de su pantalón. Mauricio empieza a desabrochar el pantalón morado que traía la chica para dejarla en ropa interior, como acto seguido bajó sus bragas.

—Abre las piernas, no seas tímida —dijo Mau y Luisa asintió. 

El joven prosiguió a introducir sus dedos en la húmeda cavidad de su novia mientras que con su pulgar estimulaba su clítoris. La chica soltó su primer quejido de placer, ella no dimensionaba la situación, le dolía pero disfrutaba de las acciones que hacia su novio el cual amaba y deseaba carnalmente en ese preciso momento.

—Hazlo...—jadeó la chica.
—Si eso quieres, mi amor. Lo tendrás.

Ella empieza a desabrochar el pantalón de su novio en el cual sobresale su erección. Luisa se sorprende y se asusta aún más pero sin dejar de lado las ganas que la consumían. Acto seguido, le quitó sus bóxer para ambos estar completamente desnudos así que Mauricio viendo que ya se avecina la hora de entrar, estira su brazo mientras que Luisa le va besando el cuello. En un cajón de su mesa de noche encuentra un preservativo y se lo pone. Se muerde los labios y ambos se miran fijamente a los ojos, sonrojados. Luisa le da una sonrisa y asiente. Mauricio empezó penetrando lentamente y Luisa reprimió su primer gemido. 

[...]


Narra Luisa


Mau me tenía abrazada a él lo cual era agradable, anoche me puse su camiseta la cual me quedaba como vestido, también me puse mis bragas y Mau sólo sus bóxer. Puede que me haya visto completamente desnuda pero sentía un poco de vergüenza. La verdad es que estaba muy feliz de lo que había sucedido.

Son las 9 de la mañana según mi celular y tengo dos mensajes, uno de Laura y uno de papá. Decidí revisarlos pero no responderlos.

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Me hizo gracia lo que decía Laura pero me dio un poco de remordimiento con lo que dijo mi padre

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Me hizo gracia lo que decía Laura pero me dio un poco de remordimiento con lo que dijo mi padre. Mañana tendría que explicarle no sólo a Laura lo sucedido sino a todas mis amigas, confío mucho en ellas. Sentí como Mau se despertaba así que me volteé para quedar cara a cara.

—Buenos días, hermosa —dijo con voz ronca y depositando un beso en mis labios—. ¿Has dormido bien?
—Muy bien diría yo —reímos y pasé mi mano por su mejilla—. Gracias por todo.
—¿Por qué, Lu? —preguntó.
—Por hacerme feliz y por hacer lo de anoche —me sonrojé.
—¿Hacer el amor? —me sonrojé aún más—. No hay qué agradecer nada —besó mi frente—. Más bien gracias a ti.
—¿Acaso? —reí—. ¿Qué hice?
—Me diste el mejor regalo de cumpleaños y de San Valentín, vaya que fue un buen regalo —miró bajo su camiseta.
—¡No mires! —me sonrojé aún más.
—¿Por qué no? Ya lo he visto todo.

Aquello hizo que yo empezara a reír fuertemente y Mau igual. Pero esa risa se esfumó cuando escuchamos el grito de una mujer adulta.

—Yo mejor los dejo solos —dijo una mujer apoyada en el marco de la puerta de Mau con los ojos tapados.
—¡Mamá! —gritó Mau y yo lo único que hice fue ponerme como tomate y esconderme bajo la manta.

Empezaron a discutir, lo cual me parecía gracioso pero a la vez me daba demasiada vergüenza. Es la primera vez que vengo a su casa y por ende veo a su madre. Quién diría que tenía que conocerla prácticamente como llegué al mundo. No sé qué impresión tenga ahora de mi. Ayuda.

Amor de institutoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora