Especial de Navidad.

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Este episodio no tiene ninguna relación con la secuencia de la historia.


Narra Luisa


Me desperté, era víspera de Navidad. Siempre he amando esta época, ya que las familias se reúnen y siempre cargo con la esperanza de que alguna Navidad, mí familia y yo hagamos lo clásico. Se podría decir que ese es el regalo que pido todas las Navidades. 

Salí de mi cama y bajé las escaleras de caracol para así llegar hasta la cocina donde me encuentro a mis padres como de costumbre ya sea desayunando, cocinando o leyendo el periódico. Efectivamente allí se encontraban haciendo las mismas acciones.

—Buenos días —saludé.
—¿Qué tal, hija? —preguntó mí padre, acto seguido besó mi cabeza y yo asentí en signo de que todo estaba bien—. Me alegra.
—Buen día, Luisa. ¿Dormiste bien? —preguntó mí madre, mientras revolvía los huevos del sartén, me sonreía de manera extraña. Ya sé a qué iba esto.
—Dormí bien —respondí insegura—. Una pregunta —mis padres voltearon a verme—. ¿Por qué tan 'así'?
—¿Así cómo, hija? —preguntó mi padre.
—No se hagan los que no saben. Tan así, atentos y especiales conmigo.
—Nelson, dile —dijo mí madre y se volteó a servir las tortillas de huevo que había preparado.
—Pero...—mí madre le abrió los ojos en signo de amenaza—. Hija, nos vamos a medio día.
—¿Adónde iremos? —pregunté con esperanza, quizá sería un viaje familiar en Navidad.
—El problema es que tú no irás —soltó mi madre pasándome el plato—. Te vas a quedar aquí en casa.
—¡¿Qué?! —exclamé—. ¿Acaso adónde se van que es 'tan importante' como para irse en víspera de Navidad?
—Tiempo para nosotros Luisa, hace mucho no lo tenemos y justo salió para hoy, perdón.
—¿Tiempo para ustedes? ¡Pero trabajan en lo mismo, se ven todo el día y casi ni me ven! —reproché, es la primera vez que hacía una rabieta.
—¡Qué egoísta eres, Luisa Fernanda! —gritó mi madre.
—No es necesario que la grites, Katherine —dijo mi padre, intentando calmar a mamá, la cual se dispuso a seguir cocinando.
—¿No hay posibilidad de aplazar? Me dijeron que esta navidad sería distinto —apoyé mi cara en mi mano.
—No podíamos, era la única oportunidad y...—interrumpí a mi padre.
—¡Ésta también era la única oportunidad para pasar navidad juntos después de doce años!

Las lágrimas empezaron a inundar mis ojos, para así caer lentamente por mis mejillas. Me levanté y subí rápidamente las escaleras para así ir a mi habitación, encerrarme y ponerme a llorar. Yo no sé por qué soy ingenua como para ilusionarme de que mí familia y yo pasaríamos la Navidad juntos. Sólo fue así los primeros cinco años de mi vida, ya después de eso nada.

Al rededor de dos horas salí de mi habitación con los ojos hinchados de tanto llorar, estuve recordando las Navidades pasadas, si es que a eso se le considera Navidad. Me entristecí aún más.
Bajé por algo de comer, no habían rastros de ellos en el piso, pensé que se encontraban en su habitación pero no, había una nota encima de la mesa que decía lo siguiente:

Hija, nos fuimos para Acapulco. Que pases una buena víspera buena y una feliz Navidad, nos vemos el 29 de diciembre, adiós.
Te quieren, tus padres.
PD: El dinero para que compres cosas está donde siempre.

No pude evitar tirarme al suelo a llorar más, no podía creer que se hayan marchado, a tremendo lugar y en esta época. Me levanté del suelo y decidí que me animaría, en las películas aprendí que el helado subía el ánimo, así que me fui a bañar para ir a comprar al supermercado. Terminé de bañarme y me vestí, no me peiné, sólo hice un recogido despeinado. Apliqué un poco de brillo labial para finalizar.
Caminé al cuarto de mis padres, el dinero se encontraba en la cornisa, lo conté y tomé lo suficiente. Salí de casa y cerré con llave, saqué mis audífonos junto con mi móvil y coloqué So What de P!NK, me gusta demasiado ese género musical.

Amor de institutoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora