Cap.35-Que no sea lo que estoy pensando.

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Narra Luisa


Dos días después estaba muchísimo mejor gracias a que tuve una tarde increíble con Mau antier, una tarde inolvidable y que ha sido añadida a los mejores días de mí vida.

Me encontraba en clase de Castellano y estaba hablando con Laura. Esa clase no nos interesaba a ambas, no por su contenido, sino por la actitud del profesor que repetía mucho los temas y no veíamos los otros que sí salían en los exámenes. Así que siempre nos hacíamos en los puestos de atrás y platicábamos de cómo nos iba en el amor. Lo típico.

—¿Cómo vas con Camilo? —pregunté.
—Bien, sí —respondió—. ¿Tú con Mau?
—Excelente —sonreí—. El otro día pasamos la tarde juntos, como ya sabes.
—Yo también con Camilo —alzó las cejas.
—No me refiero a eso —reí en lo bajo.
—Perdón —rió—. Perdóname la pregunta pero me mata la curiosidad...
—Sí, dime —los nervios me invadieron.
—¿Ya tuvieron relaciones? —me miró pícara.
—No —solté de golpe y firme—. La verdad es que no hemos ni hablado del tema, lo cual no me importa, apenas vamos un mes y unas semanas.
—A él se le nota —desvió la mirada—. Mentira —rió—. Ustedes verán al fin y al cabo.
—Sí, pero me da miedo —reí.
—¿Miedo? Es algo normal Lu, ya lo habrás echo antes.
—Soy virgen —respondí incómoda.
—Vaya —suspiró—. No te preocupes, tú decides cuándo es el momento, es tú cuerpo, tú templo.
—En eso tienes razón —le sonreí—. Una pregunta un tanto...—me interrumpió.
—¿Duele? Descúbrelo por ti misma —me sonrió—. Es muy diferente en cada persona.
—¿A ti te dolió? —pregunté apenada.
—¡Luisa, no seas imprudente! —rió fuerte consiguiendo que el profesor la volteara a mirar.
—¿Quiere decirnos el chiste para que todos nos riamos, señorita Laura? —nuestro grupo de amigos empezó a reírse por lo bajo.
—No, siga con la clase por favor —respondió seria pero sonrojada, avergonzada y aguantando la risa.
—Le doy otra oportunidad, a la siguiente le pediré que se retire del salón.

Siguió dictando la clase y nosotras empezamos a hablar de nuevo.

—No puedes ser mas de malas...—reí—. Toca susurrar.
—Silencio —musitó Valentina volteándose a nuestra dirección.
—Perdón —Laura se excusó, empezamos a reír por lo bajo un buen rato.

Sofía se dio cuenta de nuestras risas y empezó a preguntarnos que qué nos pasaba, produciendo que se le pegara la risa. Nos terminaron sacando de clase a las tres, ésta era la primera vez que pasaba.

—¿Por qué te reíste duro, Sofía? —pregunté entre risas.
—Perdón —dijo rascándose la cabeza—. Fue inevitable con lo que dijo Laura.
—Tú que te ríes con todas las ocurrencias que hablo —dijo y rió.
—Que decimos todos, mejor dicho —añadí.

Bajamos a las máquinas de despensa y compramos una barra de chocolate para las tres, teníamos que matar el rato. Faltaban veinte minutos aún para que la clase acabara, así que si nos veían fuera del salón, nos podían regañar y nos ganábamos un problema fuerte. Decidimos quedarnos en un baño para damas hasta que acabara la clase, en varias ocasiones entraban señoras de vigilancia y nos teníamos que esconder las tres en un sólo cubículo, así no nos encontraban. En un  momento, entró alguien que no alcanzamos a ver al baño y nos escondimos en un cubículo rápidamente.

—Sofía —susurró Laura.
—¿Qué? —susurró de vuelta.
—Me estas tocando el trasero —aguantó la risa.
—Yo no estoy tocando nada, lo juro —también aguantó la risa.

Yo si no pude aguantar la risa y se me salió la carcajada, Sofía me tapó la boca con la mano pero no resultó, ese alguien que estaba allí abrió la puerta del cubículo y nos vio a las tres con cara de susto. Íbamos a tener un problema serio.

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