Cap.34-Eres mi peor pesadilla.

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Narra Luisa


Caminaba de regreso a casa sola, no había ni un alma a los alrededores lo cual no me importó ya que éste vecindario es calmado. Laura no pudo venirse conmigo ya que cumplía cinco meses con su novio, Camilo. Es increíble cómo pasa el tiempo tan rápido.

Faltaban aproximadamente dos cuadras para llegar a casa, quería descansar de la jornada que había tenido el día de hoy, fue agotador. Caminaba a paso lento por lo dicho anteriormente, cuando de repente alguien me voltea de manera agresiva. 

—¡Al fin te veo sola! —exclamó con sonrisa psicópata, me dio pánico al ver su rostro.
—¡¿Qué es lo que quieres?! —pregunté alterada y echando unos pasos hacia atrás—. María, por favor, déjame en paz.
—Sólo quiero remendar unos asuntos —dijo sacando una navaja de su bolso—. O bueno, cortarlos —rió mirando su navaja.
—No te me acerques, te lo imploro —di más pasos hacia atrás—. Yo no te he hecho nada malo. 
—Eso lo sé...—hizo una pose pensativa—. Pero no tolero el hecho de que respires aún.

Se acercó a mí y me tomó de la muñeca con la cual intenté retenerla, empezamos una lucha. Yo por sobrevivir y ella por desaparecerme de la faz de la tierra. El pánico me invadía, no podía esconder ningún temor el cual nadaba por mis venas, sabía muy bien lo lejos que podía llegar María, aún más odiándome. 

—¡Quédate inmóvil, maldita sea! —gritó y haló de mi cabello con su mano ocupada por la navaja.
—¡Suéltame, por favor! —quería llorar, lo necesitaba.
—¡No lo haré, me costaron días de espera para mirar en qué momento te encontrabas sola!
—¡Estás loca, demasiado loca, déjame ya!

Intenté zafarme de su agarre en lo cual fallé, logró voltearme para quedar su pecho con mi espalda, me empezó a retener del cuello produciendo que me faltase aire.

—Fue un honor molestarte, Luisita —soltó una carcajada.

Abrió la navaja, lo oí. No podía creer lo que estaba sucediendo, éste era mi fin. Sentí como posicionaba el arma blanca en mi vientre, por el costado izquierdo. No faltó mucho para que empujara el arma, sintiera el pinchazo, la sangre saliese a flote e inundara mi traje escolar y yo cayera al suelo de tal manera que sintiera el frío cemento en mis mejillas. Mi visión se tornó color negro.

Me desperté, estaba sudando y tenía lágrimas hasta el cuello. Mi primera reacción fue levantar las mantas que estaban encima de mí cuerpo, no había rastro de sangre y mucho menos estaba en el hospital. Todo fue un maldito sueño. Empecé a restregar mis ojos para rectificar que estaba en la realidad, la verdad es que sentí todas las sensaciones tanto físicas como emocionales. 

Me propuse a olvidar ese sueño e hice lo de siempre. Levantarme, ducharme, vestirme, llamar a Laura y salir a la escuela. 

[...]

Me encontraba con mis amigos en descanso, unos estaban tomando sus onces y otros comprándolas. Estaba recostada en el hombro de Mau mientras él me consentía el cabello, una que otra vez buscaba mi mejilla para depositar pequeños besos. Él es demasiado tierno, me gusta cada día más y más. 

Ya nos encontrábamos todos tomando nuestras onces, hablando de diversos temas hasta que uno en particular me llamó la atención. Camilo hablaba de los sueños, eso me hizo recordar el que tuve esta mañana. Decidí compartirlo con los demás. 

—Hablando de sueños, anoche tuve uno extraño. Cabe admitir que me asusté —reí. 
—¿Qué fue, Lu? —preguntó Natalia.
—Sí, cuéntanos —añadió Val. 

Amor de institutoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora