Cap.41-Amodio.

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Narra Luisa


Llevo sin hablar con Mauricio una semana entera, no hay ningún mensaje, ninguna llamada, nada. En este momento me encuentro en clase de filosofía, Mauricio se sienta lejos de mí junto con Diego y Pablo, sí que parece un pequeño niño evadiéndome pero así le quiero. En este preciso momento es cuando estoy confundida por el hecho de que no parecemos ni amigos, es duro. Duele tanto. Mas encima hace tres días cumplí mis dieciocho años y en una pequeña reunión que hizo mi padre, Mau no fue. 

—Mau es muy inmaduro —dijo Sofía—. Tras del hecho se molesta.
—Está en todo el derecho de hacerlo —repliqué—. Yo no lo escucho a veces, eso me hace ser mala novia y estúpida.
—No te trates así, Lu...—Natus añadió—. Yo digo que es culpa de ambos, deben arreglar esas falencias en su relación.
—Si es que seguimos como pareja —suspiré—. Algo que no veo tan probable.
—¡Pero sabes que si terminan su relación, nosotras estaremos allí para ti! —exclamó Catalina y todas sonreímos.

Llegó el profesor y empezó a dictar la clase sobre la antigua Grecia, por lo general todos dormían de vez en cuando ya que el profesor no paraba de hablar, no nos daba un respiro para procesar tanta información. Era agotador.

Salimos de clase y sentí como si una persona se fuese encima mío, produciendo que me tropezara, volteé a ver quién era y vi a la persona que me ha estado robando los pensamientos esta última semana.

—Perdón —dijo Pablo aguantando la risa—. Yo lo empujé.

Asentí y miré a Mauricio, estaba sonrojado con la mirada perdida. Segundos después de sentir mi mirada, conecta la suya con la mía y yo la retiro. Duele ver que no puedes besar a esa persona y tampoco abrazarle, en esta circunstancia ni siquiera saludarle "tan cerca y a la vez tan lejos" dicen por ahí. Ellos se fueron por un lado y nosotras por otro, llegamos a un nuevo lugar para estar en el descanso y nos sentamos allí.

—¡No aguanto más! —Laura exclamó frotándose los ojos.
—¿Qué no te aguantas? —preguntamos casi todas al unísono.
—Tú pelea con Mau y que por ende, se desintegre el grupo —suspiró.
—Me haces sentir culpable...—dije con cierta tristeza.
—¡No malinterpretes! —alzó un poco su voz—. Es horrible que las personas peleen y más si se quieren, aman o adoran el uno al otro.
—Lau tiene razón —dijo Val—. Sugiero que deberían arreglar eso ahora.
—Entre antes mejor —añadió Sofía—. No que llegue la graduación y ya ni nos hablemos.

Empezamos a hablar de otras cosas, cosas de chicas para ser específica. Entramos a clase otra vez, esta vez de inglés y por lo general nos dejan demasiada actividad para realizar en clase así que nos estaban explicando de qué iba el trabajo de hoy.

—Luisa —Catalina susurró detrás mío—. Mau te está mirando mucho.
—No digas cosas que no son —susurré y giré a verlo, retiró su mirada rápidamente y solté un suspiro—. Qué tierno es —susurré a Catalina.
—Algo me dice que ambos tienen la misma intención de hablarse...
—¿Tu crees? —asintió—. Lo intentaré...
—Ladies Rey and Rivera, have something to share with the class? (Señoritas Rey y Rivera, ¿tienen algo que compartir con la clase?) —exclamó el profesor con un tono molesto.
—No, teacher (No, maestro) —dije y sentí cómo mi cara hervía de lo apenada que estaba.
—No, you can take the class again (No, usted puede tomar la clase otra vez) —Catalina respondió borde.
—Thanks, ladies (Gracias, señoritas) —ambas asentimos.

Me volteé a mirar a Mau, estaba mirándome también y soltó una pequeña risa, le puse los ojos en blanco para evitar mirarlo más, me ponía de los nervios. Espero no se haya sentido ofendido, él sabe que yo lo quiero bastante, le amo...Es increíble que esta idea de amarle me esté inundando la cabeza últimamente, debo hacerle saber esto de alguna manera, por más de que me de vergüenza y quizá me de un infarto de la emoción.

Salimos de clase y nos dirigimos hacia el restaurante, íbamos las chicas muertas de risa ya que Natus dijo algo desagradable, eso no le agradó para nada a Valentina por lo que es demasiado asquienta, eso nos hizo reír aún más. Entramos al restaurante, almorzamos a nuestro ritmo y nos quedamos charlando un poco antes de encaminarnos a nuestros respectivos hogares.
Nos encontrábamos saliendo del edificio el cual ya se encontraba un poco vacío, últimamente solemos tardar demasiado para ir a almorzar antes de ir a casa. De un momento a otro, prácticamente en cuestión de segundos siento que alguien me agarró del hombro bruscamente y me giró para quedar cara a cara. No podía creer quién se encontraba allí, me quedé sin palabras. Estaba asustada.

—¿Creíste que te ibas a librar de mí fácilmente?

¿Qué hacía aquí? Esto no puede ser posible...¡No otra vez!

Amor de institutoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora