Cap.67-De shopping.

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Narra Luisa

Pasó una semana exactamente para así ir al centro comercial con las chicas. En tres semanas tendríamos el baile de graduación y todas necesitábamos un vestido de gala.

Estábamos esperando con Laura en la entrada del establecimiento a las chicas, quedamos de vernos a las 12:30 del medio día. Hacía calor así que estábamos vestidas con ropa ligera, también para que fuese más fácil el probarnos los vestidos. Yo tenía un short de jean, una camiseta ancha color rosa, unos tenis blancos, el cabello recogido y unas gafas de sol en forma de corazón.

Sofía, Natalia, Catalina y Valentina llegaron juntas, nos saludamos y nos dirigimos a dentro del centro comercial. Subimos al segundo piso, ahí se podría decir que era toda una sección de vestidos para fiestas ya sean de quince años, matrimonios y/o graduaciones.

—Podríamos ir tienda por tienda —sugirió Natalia.
—Sí, no son lejos una de la otra —respondió Catalina.

Fuimos por el primer pasillo el cual tenía como temática la fiesta de quince años así que pasamos de ese. Fuimos un poco más adentro y encontramos los de graduaciones y bailes, vi un vestido el cual era de color lila y tenía un cinturón delgado color morado, era en forma de corazón en el pecho, el torso era pegado y la falda suelta larga.

—Ese te quedaría bien —opinó Catalina detrás de mi.
—¿Será? —pregunté insegura—. Es muy bonito, hermoso, divino. ¡Indescriptible!
—Créeme Luisa, quedaría muy bien en ti —dijo y empezó a mirar los vestidos de al lado. 

Pasamos por más pasillos y cada una veía algo que la enamoraba. Decidimos entrar en las tiendas y sólo Sofía había visto dos vestidos que le fascinaron, debía decidir.

—¿Cuál comprarás? —preguntó Valentina.

Todas teníamos la mirada clavada en ella.

—El de la primera tienda, decidido —dijo Sofía y sonrió.

Caminamos hasta el lugar donde mi amiga había visto su soñado vestido, entramos y fuimos cada una rápido por el que habíamos escogido.

El de Laura era rosa palo con una forma parecida al que escogí sólo que tenía piedras brillantes en el torso junto con encaje, Natalia escogió una blusa blanca de cuello bandeja junto con una falda negra en terciopelo, Valentina en cambio optó por un vestido pegado a la rodilla de color morado oscuro, el de Catalina era de color rojo pasión muy pegado al cuerpo y largo y por último el de Sofía era verde esmeralda, largo, con falda rotonda y un diseño de encaje en el pecho. Todas ese día íbamos a estar muy hermosas, lo presentía.

Pagamos los vestidos y nos dirigimos al piso siguiente en el cual se encontraban los accesorios. La verdad yo no era mucho de ponerme aretes, collares y pulseras pero no quería dejar pasar esta oportunidad tan especial que es el baile de graduación.

Encontré un conjunto de joyas que me encantó, era un collar con un dije que tenía una media luna y junto a el, unos aretes largos en forma de pitillo con dijes pequeños de estrellas. También traía unas pulseras con los mismos cuerpos celestes y pepitas. Me decidí por ese, no veía otro que me llamara tanto la atención.
Las chicas siguieron buscando, se tomaron su tiempo hasta que por fin todas encontraron un conjunto perfecto para que así pudiéramos ir a pagarlo. 

Seguía el piso para escoger los tacones pero la verdad me encontraba muy cansada, con hambre y las bolsas me pesaban así que propuse algo por un bien común.

—¿Y si vamos a comer?
—Buena idea, estoy que muero de hambre —respondió Sofía.
—¿Iremos con todas estas bolsas? —preguntó Valentina.
—Eso qué importa, la cuestión es de hambre —dijo Laura—. Vámonos.

Subimos a la planta de la zona de comidas y Catalina, Natalia y Sofía se fueron en busca de una mesa con todas las bolsas mientras que Laura, Valentina y yo fuimos a pedir la comida.
Escogimos un restaurante de comida china, pedimos tres bandejas las cuales venían suficiente para las seis ya que servían mucho, también ordenamos las bebidas.

—¿Será que me puedes dar una porción de papás aparte y tres platos? —preguntó Laura con amabilidad.
—Claro —dijo el empleado que desde hace un rato nos andaba mirando de manera pícara.

El chico nos entregó las cosas que le habíamos pedido junto a un papel pequeño en forma de cuadro, Laura se sonrojó al ver el papel y le dio una sonrisa al muchacho el cual se la devolvió.
Pagamos y dimos las gracias a aquél joven y nos encaminamos hacia donde estaban las chicas. Nos hicieron señas a lo lejos y llegamos a donde estaban.

—Ahorita repartimos el dinero —dijo Natalia.
—De acuerdo —dijeron Catalina y Sofía al unísono.

Empezamos a comer, todas teníamos demasiada hambre y casi que comimos deprisa.
Mi celular vibró y sonreí al ver que tenía un mensaje de Mau delante de mis narices.

Mi celular vibró y sonreí al ver que tenía un mensaje de Mau delante de mis narices

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Guardé mi teléfono y seguí comiendo. Recordé que Laura se percató que el cajero nos entregó un misterioso papel así decidí sacar el tema.

—Lau, abre el papel —lo hizo y frunció el ceño—. ¿Qué dice?
—Nos dio su número —rió—. Pero lo siento.
—¿De qué hablan? —preguntó Sofía.
—Es que el chico que nos atendió, le coqueteó a Laura.
—Nos dio el número, repito, a todas —recalcó la rizada—. Yo tengo a Leonardo.
—Está mirando hacia acá —dijo Catalina.

Laura volteó al igual que Valentina y yo, efectivamente estaba observándonos.

—¡No me molesten sólo a mi! —dijo Laura entre nerviosa y molesta—. Mas bien, apúrense con la comida.

Soltamos una carcajada y seguimos comiendo. Terminamos y botamos la basura, Laura dejó los platos y las bandejas en el mostrador y se encontró otra vez con el chico, ella le sonrió por cortesía pero le incomodaba verlo, salió prácticamente corriendo de ahí.

Bajamos al otro piso y nos dispusimos a ir por los tacones, todas los compramos negros y parecidos en el estilo.

[...] 

Llegué a casa a eso de las 7:30 de la tarde, mi papá me estaba esperando y me dijo que me quería ver con el vestido puesto, me lo puse y quedó atónito.

—Te ves tan preciosa y grande, hija.
—Papá, normal...
—Recuerdo cuando te tenía en mis brazos, eras tan gordita y rosada, te parecías a Majin Boo —dijo riendo y me contagió de risa.
—Qué malo eres —terminé de reír—. Estoy muy emocionada por el baile y por viajar a Colombia.
—Ya verás a tu mamá, te vas a quedar con la boca abierta.
—Papá —llamé su atención—. ¿Puedo hacerte una pregunta?
—Sí, dime, Lulú.
—¿Tu quieres a mi mamá? —me senté a su lado y él empezó a acariciarme la cabeza.
—Ella le dio la vida a mi mayor tesoro...¿Por qué no quererla?

Amor de institutoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora