#18; Distancia y desesperanza

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Tres semanas.

Tres semanas habían pasado desde el cumpleaños de Bakugo.

Tres semanas habían pasado desde que escalaron esa montaña en grupo.

Tres semanas desde que una revelación de sentimientos involuntaria y confusa sucedió.

Tres semanas desde que Katsuki seguía sin comprender nada de lo sucedido en aquella cueva.

Tres semanas desde que el cenizo se alejó por completo de todxs y todo, y se volvió aún más reacio a siquiera dirigirle la palabra a alguien.

Tres semanas desde que Eijiro y Katsuki no se dirigían la palabra. O bueno, Kirishima sí que quería hablar, pero Bakugo simplemente evadía cualquier posibilidad de que esto sucediera. No quería ni tener que verse cara a cara con el príncipe.

Tres semanas desde que ninguno de los dos sabía nada del otro.

Tres semanas desde que Kirishima no tenía ánimos para absolutamente nada, no quería existir creyendo que algún rincón del castillo, Bakugo le recordaba con desprecio, odio o incluso repulsión.

Lo único que podía llegar a consolarle, y ni siquiera del todo, era pasar tiempo cuidando y apreciando la abundancia de flores que habían en su pequeño paraíso. Le brindaba algo de paz el observar esas bellezas naturales a las que tanta adoración les dedicaba. Solo algo de paz, un poco, muy poca de hecho; pero, algo es algo, ¿No?

Su jardín era un paraíso para él, uno que ahora no lucía tan brillante a sus ojos como antes debido la oscuridad que sentía a su alrededor; un paraíso el cual en realidad preferiría mil veces antes que estar solo en ese sitio, poder compartirlo con la persona a la que aún le pertenecía su corazón, su mejor amigo.

Aunque, ahora que mencionaba ese término de "mejor amigo" ¿Si quiera podía considerar que aún existían posibilidades de que él y Bakugo no fuesen ahora más que desconocidos?, no tenía clara la respuesta, pero tenía ciertas sospechas de que el lazo entre él y Katsuki había desaparecido casi por completo. Y eso le dolía, a montones.

No sabía qué hacer, trató varias veces de encontrar al rubio para poder hablar con él, pero este simplemente no se aparecía ni de chiste. Parecía como si ni siquiera estuviesen en el mismo castillo, o en la misma ciudad. Pero llegó un punto en el que la desesperanza le caló tanto, que no pudo más. Paró de intentar, paró de buscarle, aceptando como habían acabado las cosas al parecer.



• • •



Por otro lado, Bakugo seguía frustrado, furioso consigo mismo por no entender nada, confundido.

Si de por si antes de que ese día llegara, él ya se mantenía en su propia burbuja asocial casi irrompible, ahora era cinco veces peor que eso. Ni siquiera Sero, el cual llegaría a ser más propenso a encontrarse con el cenizo, ya que eran compañeros de trabajo, podía llegar a dirigirle la palabra a Katsuki; este directamente le evitaba a toda costa, al igual que al resto.

En realidad, Bakugo sí que quería arreglar las cosas con Eijiro, pero si ni siquiera podía lidiar consigo mismo y lo que le pasaba; no le entraba en la cabeza como podría lidiar con los pensamientos y sentimientos de otro individuo. No tenía un punto de partida para tratar de comprender lo que había sucedido, ni una sola pista, nada.

Pero igual, por su terquedad, trataba y trataba de entender porqué dijo lo que dijo en esa cueva, trataba de negar sus propios sentimientos, trataba de engañarse a si mismo diciéndose que en realidad sí que mintió al decir que correspondía los sentimientos de su mejor amigo.

Las flores de nuestro amor || kiribakushimaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora