#21; Tacto

80 4 17
                                    

Había transcurrido aproximadamente un mes desde su primera cita. Todo había estado afortunadamente tranquilo hasta ahora. Tuvieron un par de citas más después de la primera; realmente les gustó llevar a cabo esa clase de actividades. Ambos lo disfrutaban mucho.

Aunque se viesen prácticamente todos los días, las citas de alguna forma tenían algo distinto. Ninguno de los dos varones tenía una explicación como tal, simplemente les gustaba y ya. No quisieron rebuscar alguna manera de explicarlo tampoco. No lo sentían necesario, ambos comprendían al otro sin necesidad de dar mucho contexto.

Y tal vez se pregunten como se había desarrollado su "relación" hasta ese entonces. Bueno, se podría decir que todo iba muy bien, se rebosaba de confianza, todo en sí fluía de una manera lenta pero confortable; lo cual, de nuevo, ninguno de los dos sabía explicar tampoco.

Había algo en específico que estaba comenzado a hacerse presente, si es que no lo había hecho ya antes sin que los dos chicos se diesen cuenta. Y aquello era la, muy bien escondida, complejidad del contacto físico.

Conforme avanzaban los días, Eijiro comenzaba a mostrarse más y más cariñoso, tanto abrazos como tomadas de mano llegaban a tomar por sorpresa a Katsuki (quien, en varias ocasiones, le lanzó una que otra explosión al príncipe por esto). Y este último, comenzaba a acostumbrarse solo un poco a aquello, mas no del todo aún.

¿Qué quiero decir con esto último? Básicamente, el cenizo ya era desde hace mucho una persona a la que no le gustaba o agradaba en absoluto el contacto físico con lxs "extras", ni siquiera si era por accidente lo soportaba.

Aún así, estaba dispuesto hacer unas excepciones con el príncipe, claro que sí. A fin de cuentas, le gustaba este chico, por más que le costase decirlo en voz alta.

Además, ya había hecho varias excepciones cuando se reconciliaron y en su primera cita, sin embargo, a pesar de llegar a hacer estas excepciones, todavía le daba algo de vergüenza, probablemente mucha. Y no lo quería admitir ni por asomo. Ni en un millón de años se "humillaría" a sí mismo admitiendo que esa clase de 'pequeñas' cosas le ponían tan nervioso. Y también vulnerable, como él pensaba.

Así que, cuando Kirishima tomaba la iniciativa, Bakugo en ciertas ocasiones llegaba a alejarse, esforzándose por disfrazar su vergüenza y pena bajo fingidas repulsión y molestia. A pesar de esto, el pelinegro había llegado a desenmascarar las verdaderas emociones del rubio algunas veces, mas no decía ni externaba nada ante aquello, no quería llegar a incomodar al chico en absoluto. Todo a su tiempo, pensaba el príncipe; y él podría esperar a Katsuki todo el tiempo que este necesitase.

Lo máximo que llegaba a suceder, eran abrazos cortos, y muy rara vez unos que
duraban más de un minuto. Y las tomadas de mano, bueno.. estas no pasaban de máximo 2 segundos.

Siempre había sido el príncipe quien tomaba la iniciativa hasta el momento. No había vuelto a suceder algo como lo ocurrido al final de su primera cita, de que el cenizo rosase con una de sus manos las mejillas ajenas o algo por el estilo. Esa única vez había sido provocada por mero impulso y ego; hasta cierto punto, Bakugo se preguntaba "¿Por qué diablos hice eso?", y terminaba sonrojándose a más no poder al recordar la sensación del tacto de su mano contra el rostro de Eijiro.

Sí que se sentía patético algunas veces, pero también sentía que de algún modo valía la pena; poder estar acompañado de aquel chico de ojos rubí y cabellos azabaches, valía aquellas molestias.

No obstante, un día, algunas de las cosas previamente relatadas, cambiarían de poco a poco, y el cenizo entraría en un conflicto existencial consigo mismo.

El caso es que, Bakugo había empezado a tener deseos de algo más, de llegar un poco más lejos, de subir finalmente al siguiente escalón. Quería que perdurasen más tiempo aquellos abrazos que el otro le daba, quería corresponderlos, quería iniciarlos. Quería sostener las manos de Kirishima por minutos enteros. Quería tomar esas mejillas tan lindas del príncipe entre sus manos y hasta acariciar su cabello azabache. Y quería que el otro hiciese lo mismo, o algo similar, con él.

Las flores de nuestro amor || kiribakushimaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora