#28; Su voluntad

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El pelinegro escuchaba una voz a lo lejos, alguien llamándolo tranquilamente, pero su cabeza había divagado tanto tratando de alejarse de su realidad inconscientemente, que se sentía incluso como si su alma hubiera abandonado su cuerpo, en un intento desesperado de escapar de esa tienda, de esa ciudad. Quería alcanzarlo a él...

No estaba allí, en ese salón de sastrería. Su cuerpo era únicamente eso, sin nada dentro que le diera energía.

-¿Su Alteza?..- Esa misma voz seguía queriendo despertarlo y su mente seguía igual de terca, huyendo de ese sonido terrenal.

Pero todos sus esfuerzos fueron en vano al final, ya que esa voz siguió insistiendo para que volviera en sí; y esa voz se transformó en una mano fuerte que lo tomó de la muñeca y lo jaló de vuelta dentro de su propio cuerpo. Y cuando todo estuvo en su lugar, se sintió como un gran latigazo a su alma entera.

-¿Su Alteza? ¿Se encuentra bien?- Esa voz ahora era clara y nítida en sus oídos, y le pertenecía al sastre que momentos atrás estaba ajustando los últimos detalles de su esmoquin. Lo miraba, levemente confundido debido a su estado de desconexión anterior.

Kirishima esbozó una sonrisa por inercia.

-Estoy bien, no se preocupe.

El hombre simplemente asintió ante su respuesta, para después alejarse medianamente de el más joven. -Bueno, revisamos que cada aspecto de los trajes se encuentre como debe, hasta el más mínimo detalle, y están oficialmente listos. Diría que inclusive perfectos.- Explicó con un orgullo notable mientras miraba a Eijiro, a su compañero de trabajo, y a Denki.

Este último se hallaba a un metro de distancia del pelinegro, a su lado, con su propio esmoquin puesto, de color negro. Kaminari volteó a ver a su amigo con una sonrisa nerviosa por unos segundos, notando como el otro miraba fijamente hacia el espejo frente a él. El rubio eléctrico devolvió su mirada hacia su propio espejo, sin hacer ni un solo comentario, para apreciar el atuendo perfeccionado.

Eijiro observó su propio reflejo en esa superficie plana, sólida y frágil, recorriendo con su mirada su traje entero, de color blanco. Vio la base individual sobre la cual estaba parado, al igual que su amigo, que los hacían quedar más alto que los diseñadores. Y por un momento, sus rubíes volvieron a su rostro, observando esa sonrisa que forzaba él solo en sus labios ahora mismo.

"Mantén las apariencias, Eijiro" Se dijo así mismo, por enésima vez en su vida.

Aún con su boca curvada hacia arriba, inhaló lentamente mientras cerraba sus ojos, para luego exhalar, abrirlos, y hablar otra vez. -Quedaron fantásticos, señor. ¿Verdad, Kami?

El aludido tardó unos segundos en contestar. -Tú lo has dicho, Kiri. Se nos ven genial. Yo me veo especialmente guapo, claro.- Esbozó una sonrisa confiada a la vez que con una mano peinaba su cabello hacia atrás.

El pelinegro rodó sus ojos, divertido. -Seguro que nuestros padres estarán igual de satisfechos.- Se dirigió al sastre que estaba más cerca de él. -De nuevo, muchas gracias por su trabajo duro.

-No es necesario agradecernos más de una vez, su Alteza. Es un honor para nuestra compañía el tener participación en un evento de gran relevancia como lo es su boda.- Se dirigió a ambos príncipes al final.

-Si sus Altezas opinan que todo está en orden con sus atuendos, pueden pasar a cambiarse, entonces.- Comenzó el sastre al lado de Denki. -Nosotros nos encargaremos de hacerles llegar los trajes al palacio a más tardar esta misma tarde temprano, o antes.- En este momento son las 9 de la mañana.

-¡Claro!- Respondió el rubio con sus pulgares arriba -Hay que avisarle a Sasaki que acabamos.- Se dirigió a Kirishima.

-Sí.- Respondió Eijiro, aunque fue Denki quien se encargó de ir a comunicarse con Sasaki Mirai, la mano derecha de los padres del rubio eléctrico, quien los acompañó a ese salón de diseño por órdenes de estos dos adultos, y que esperaba afuera de la habitación en la que estuvieron durante los últimos 20 minutos con los sastres.

Las flores de nuestro amor || kiribakushimaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora