Capítulo 18

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-Vaya, vaya. Qué dulce visión, Severuss. Mi información era correcta. Realmente te has encariñado con el pequeño... cretino-.

-Yo también tuve una vez un apego por ti-.

Voldemort sonrió cruelmente. -Supongo que mis golpes no te enseñaron nada-.

-Tal vez si no fueras tan cruel habría sido más difícil influir en mi lealtad-. Severus se dirigió a su antiguo amo de la misma manera que le hablaba a los alumnos en los castigos.

Voldemort levantó su varita, -¡Crucio!-.

Harry bloqueó el ataque, hizo girar su varita por encima de su cabeza en un amplio gesto y golpeó a Voldemort con su propia maldición. Era la primera vez que Harry utilizaba un imperdonable. No se sintió intrínsecamente malvado, como había sospechado alguna vez. Se sintió... bien.

Voldemort apenas se estremeció ante el golpe. -¡Tienes que decirlo en serio, Harry! ¿No has aprendido nada en esta pobre excusa de institución? De verdad, Severusss, habría pensado que le enseñarías mejor-.

Las hojas y la hierba crujieron detrás de Harry. Varios miembros de la Orden se colocaron detrás de él.

-Luciusss-. Voldemort entrecerró los ojos. -Severus, lo entiendo. Siempre será el joven perdido que encontré hace unos años... pero ¿tú?-.

-Querías llevarte a mi hijo. ¿Qué esperabas?- Lucius escupió las palabras como si fueran veneno.

Voldemort hizo un gesto de desprecio con la mano. -Entonces es tu elección que estés muerto en lugar de estar a mi lado como gobernante de este mundo-.

-¡Eres tú quien estará muerto, vil bastardo!- Gritó Sirius y lanzó una maldición con su varita.

La maldición golpeó a Voldemort, haciéndole dar un paso atrás, pero por lo demás no le afectó. Voldemort golpeó a Sirius con un crucio. Sirius cayó al suelo, temblando violentamente.

-¡Sirius!- gritó Harry. Hermione y Remus cayeron de rodillas para revisar a Sirius. Voldemort soltó una carcajada cruel y espeluznante.

Harry sacó su escoba del bolsillo y la devolvió a su tamaño original. Se montó a horcajadas en ella y voló alto en el aire, con el viento fresco de la primavera pasando por sus orejas. Harry lanzó una maldición tras otra, moviendo su magia tan rápidamente que ni siquiera estaba seguro de lo que estaba lanzando exactamente. La embestida finalmente comenzó a hacer mella, haciendo que Voldemort se sacudiera y tropezara, pero aún así se mantuvo en pie. Ron se unió a él en el aire y le siguió en el ataque. Los demás lanzaron maldiciones hacia su enemigo común desde el suelo.

-¡No más!- gritó Voldemort. La energía estalló de su cuerpo, alejando a todos de él. -¡He terminado con sus juegos! ¡Avada Kedavra!- La luz verde voló directamente hacia Harry en su escoba. Severus fue más rápido. Un orbe amarillo envolvió rápidamente a Harry en el aire, y su brazalete comenzó a zumbar y vibrar. La maldición de Voldemort golpeó el orbe y rebotó, obligando a Lucius a saltar lejos de donde cayó.

Harry miró el orbe con asombro. Nunca había visto un hechizo de protección así, ni siquiera había oído hablar de él. Alargó una mano para tocarlo. El orbe chispeó agradablemente en el lugar donde se posaron las yemas de sus dedos. Una abrumadora sensación de amor inundó a Harry. Era esto. Era el amor de Severus, en forma literal, rodeándolo y protegiéndolo. Harry estaba asombrado.

Voldemort lanzó un grito primario y furioso. -¡Crucio!- Severus cayó al suelo. Su mandíbula se apretó, contorsionando su rostro con evidente dolor. Voldemort sostuvo su varita en dirección al profesor. El orbe que rodeaba a Harry se desintegró mientras Severus perdía el conocimiento. Voldemort dio un paso adelante y añadió un aburrido: -Avada Kedavra-.

-¡No!- Gritó Harry. Saltó de su escoba directamente sobre Severus y aterrizó ante él. La hebra de magia verde se volvió amarilla justo cuando golpeó a Harry. La magia amarilla se extendió sobre Harry, pareciendo escarcha invernal en una ventana. -¡AVADAAA KEDAVRAA!- gritó Harry. Albus salió corriendo del bosque, levantó su varita y dos ondas de la maldición golpearon a Voldemort. Sus ojos se volvieron blancos, brillaron. Su mandíbula se aflojó. La piel de Voldemort empezó a marchitarse y a caer como el polvo. Cayó hacia delante de rodillas y luego cayó al suelo. Finalmente muerto.

La magia amarilla siguió extendiéndose sobre Harry. Harry volvió la vista hacia Severus, cuyos ojos empezaban a abrirse, recuperando la conciencia.

Y el mundo alrededor de Harry se volvió negro mientras él también caía al suelo.

Harry bajó de su escoba y se dirigió a la puerta principal de la vieja casa de ladrillos

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Harry bajó de su escoba y se dirigió a la puerta principal de la vieja casa de ladrillos. Él y Severus habían decidido no formar parte de la red floo. Su casa también era imposible de localizar. Así que viajar en escoba era su única opción. No le importaba. Le daba la oportunidad de relajarse después del trabajo.

Harry disfrutó del calor de la chimenea en cuanto entró.

-¿Amor?- Llamó.

-Aquí dentro-, llamó Severus. Harry siguió la voz hasta el salón y sonrió a su compañero al posar sus ojos en él. Severus colocó un marcapáginas entre las páginas y dejó su libro a un lado. Se puso de pie y envolvió a Harry en sus brazos. Los ojos de Severus brillaban con una satisfacción que Harry no había visto en ellos desde hacía tiempo.

-Hoy te he echado de menos-, le dijo Harry con dulzura antes de depositar un beso en sus labios.

-Me echas de menos todos los días-, se burló Severus.

-Sí, lo hago-.

-Yo también te echo de menos. Tienes que despertar, Harry-.

Las cejas de Harry se alzaron sorprendidas y dio un paso atrás.

-¿Qué?-.

-He dicho que tienes que despertar. Te estoy esperando-.

-¡No, por favor! Esto es... ¡esto es real!- Las lágrimas comenzaron a caer desde las esquinas interiores de sus ojos. -Esto tiene que ser real-, suplicó Harry en un susurro. Pero cuando Harry miró alrededor de la habitación, todo empezó a desmoronarse y a volar. Severus sonrió con tristeza y luego se convirtió en polvo con las paredes que lo rodeaban.

Harry se quedó en la nada absoluta. Un blanco brillante que se extendía hasta donde él podía ver.

-¡Severus!- Harry gritó. La única respuesta fue el eco de su propia voz.

Harry tocó la pulsera. -Terequiro. Te necesito, Severus. Encuéntrame. Por favor, encuéntrame-.

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