Capítulo 4

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Harry cayó sobre Severus, sujetándole la frente y gritando, hasta que de repente se quedó quieto y callado. Severus intentó sacudir al joven para que tomara conciencia, pero Harry estaba inconsciente. El corazón de Severus latía con fuerza contra su caja torácica mientras lo cogía en brazos y se dirigía a la enfermería lo más rápido posible.

Los alumnos de todas las casas y cursos se detuvieron y se quedaron boquiabiertos al ver a Severus casi corriendo, llevando a Harry Potter en brazos.

Finalmente, Severus colocó a Harry suavemente en una cama mientras Madame Pomfrey corría hacia ellos. La respiración de Severus era rápida y entrecortada. Harry estaba pesado. Ya no era el niño de once años mal alimentado que Severus había conocido. Sino un hombre casi adulto y musculoso.

-¿Qué ha pasado esta vez?-.

-Se agarró la cabeza, gritando, y luego cayó inconsciente-.

Madame Pomfrey se puso a trabajar de inmediato, escudriñando sobre la forma tendida de Harry y luego recogiendo frascos de pociones del gabinete, que el propio Severus había preparado.

Albus se unió a ellos rápidamente.

-Severus. ¿Era su cicatriz?-.

-Sí-.

-Son los Dursley-.

Severus no entendía muy bien el significado detrás de la no-sentencia. Deseó que Albus se explayara.

-Están muertos. Voldemort los hizo matar esta misma mañana-.

Severus dio un paso atrás. -Debe ser una advertencia-.

-Exactamente lo que pienso. Harry no está a salvo aquí. Severus, tú sabes lo que hay que hacer-.

-Sí, director-.

-Mientras esté inconsciente, Severus. ¡Rápido!-.

Severus cogió a Harry en brazos una vez más y lo llevó a la chimenea de la enfermería, una de las cuatro que había en el castillo conectadas, de forma limitada, a la red de floo.

Severus cogió a Harry en brazos una vez más y lo llevó a la chimenea de la enfermería, una de las cuatro que había en el castillo conectadas, de forma limitada, a la red de floo

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Harry oyó el raspado de una pluma antes de abrir los ojos. Respiró profundamente. Seguramente estaría en la enfermería. Bueno, llegó a finales de octubre antes de su primera visita. Era un nuevo récord.

Los garabateos cesaron y sintió el peso de alguien sentado a su lado. Le pasaron un paño frío por la cara.

Lentamente, Harry se obligó a abrir los ojos. Parpadeó un par de veces, pero el mundo que lo rodeaba seguía siendo borroso.

-¿Mis gafas?- preguntó Harry con voz ronca. Se las colocaron suavemente en el puente de la nariz y detrás de las orejas. Al parpadear de nuevo, Severus Snape apareció a la vista. Y no estaba en la enfermería.

-¿Profesor?- Harry trató de incorporarse pero Severus lo calmó con una mano en el pecho.

-Estamos en el piso franco. Es del director. Nadie sabe dónde está esta casa, excepto tú y yo, y el propio director. Estás a salvo aquí-.

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