Capítulo 30

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A Harry le dieron la opción de cenar en un restaurante o cenar en las habitaciones de Severus en Hogwarts. La noticia de su noviazgo se había extendido rápidamente por el mundo mágico y ninguno de los dos tenía demasiadas ganas de luchar contra las miradas indiscretas esa noche.

Y, honestamente, Harry habría elegido la cocina de Severus antes que un restaurante público cualquier día, a pesar de todo.

Harry observó la habitación. Se acomodó en el sillón situado a la izquierda del sofá. Pasó los dedos por las molduras de los clavos. El metal estaba frío al tacto, reflejando el aire frío de la mazmorra.

-¿Sigue siendo éste el sillón favorito de Hermione?-.

Severus sonrió -Sí, lo es. Tomamos el té aquí todos los sábados-.

-¿Está Ron alguna vez aquí?-.

Severus lo miró confundido. -No, ella toma el té aquí los sábados porque ese es el día en que Ronald hace el papeleo en la oficina-.

Harry se sintió avergonzado, y un poco triste, si era sincero. -Oh... yo, er... no sigo sus horarios como antes-.

Como si percibiera la incomodidad de Harry, Severus cambió de tema con facilidad. -No te pongas demasiado cómodo. Necesito tu ayuda en la cocina-.

-¿En serio?-.

-Estamos haciendo pasta-.

Harry se levantó de la silla de Hermione y se unió a Severus en la cocina.

Severus se arremangó y comenzó a trabajar en la preparación del pollo. Harry empezó a hervir los fideos y luego dirigió su atención a la salsa.

-Reviviendo nuestros días en el piso franco-, reflexionó Harry.

Severus se rió. -Precisamente-.

Harry observó a Severus mientras emplataba la comida y luego colocaba los utensilios de cocina sucios en el fregadero. Se movía con elegancia y seguridad. El comportamiento tranquilo y silencioso del hombre seguía dando a Harry una sensación de paz. No quería que ese momento terminara. Pero sabía que tenía que hacerlo. Sabía que tenían que hablar.

-Severus-.

El hombre abrió el agua caliente. -¿Hm?-.

-Yo... er...-

Severus vertió el jabón en el fregadero. -¿Qué es?- Preguntó distraído por encima del hombro.

-Severus. ¡Mírame!- Harry empezaba a sentir pánico. No quería decirle a Severus estas cosas, pero era ahora o nunca.

Se secó las manos y se giró lentamente para mirar a Harry. Se acomodó un largo mechón de cabello negro y lacio detrás de la oreja. -Estoy aquí, Harry-, dijo en voz baja.

-Estoy destrozado-.

-No, no lo estás. Eres perfecto-.

-Tengo terrores nocturnos. Grito y lloro mientras duermo-. El corazón de Harry se aceleró. Podía oír su pulso en sus oídos.

-Lo sé. Compartimos una pared durante meses, ¿recuerdas? Y ya he sentido tu miedo a través de los brazaletes-.

Harry asintió. -Sí. Pero son peores. Han ido empeorando-.

Severus dio un paso tentativo hacia adelante. -Puedo preparar cualquier cosa que necesites-.

-Tuve que dejar de tomar el sueño sin sueños-. Harry miró el rostro de Severus, dispuesto a medir su reacción. -Lo tomaba todas las noches-.

Severus entrecerró los ojos. -Puedes tomarlo durante una semana, pero luego un descanso de dos días, y empiezas después...-

-Lo tomé durante un año. Todas las noches-.

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