Capítulo 34

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La distancia hasta las habitaciones de Severus no era larga. Pero se sentía como una eternidad. Ambos miraron hacia adelante y caminaron en silencio. Severus tocó la puerta con la mano, permitiendo que los guardias reconocieran la huella mágica de su pulgar. La puerta se abrió. Severus soltó un suspiro y se volvió hacia Harry, sosteniendo la puerta abierta para él. Entraron en la habitación. Estaba oscuro, sólo una vela parpadeaba sobre la chimenea. Severus se quedó quieto, mirando a Harry. Pudo ver que los dedos de Severus temblaban. Esto provocó la perdición absoluta de Harry. Severus era tan guapo. Sus fuertes rasgos faciales parecían poderosos, su piel era pálida pero suave.

-Eres tan guapo-, dijo Harry con un soplo de aliento.

-No-, dijo Severus simplemente.

Harry acunó su cara entre las manos y se inclinó hacia él. Depositó un suave beso en esos finos labios. Severus le buscó en los ojos. Harry no sabía lo que buscaba, pero se lo daría. Le daría a Severus cualquier cosa. Ese no era un sentimiento nuevo. Se había sentido así durante años.

Harry depositó un beso en cada mejilla antes de volver a sus labios.

Los besos pronto se hicieron más profundos. Se volvieron desesperados y frenéticos. Harry tiró del cuello alto de Severus. Los botones tintineaban contra el suelo, pero a ninguno de los dos le importaba. Harry empezó a apartar la bata de los hombros de Severus, al tiempo que se sacaba su propio jersey por encima de la cabeza. Severus chupó y mordió momentáneamente el cuello de Harry antes de trabajar para quitarle la camiseta. Harry terminó de bajar la bata de Severus por los brazos y luego empezó a empujar la cintura de los pantalones de Severus.

Severus se quitó las botas. Harry siguió su ejemplo y se bajó la cremallera de los pantalones.

Harry sintió que lo empujaban hacia atrás. Dejó que Severus los guiara. Continuaron besándose, haciendo que la cabeza de Harry diera vueltas. Su espalda cayó contra una puerta, pero la puerta rápidamente permitió la entrada. Harry se desplomó hacia atrás sobre lo que supuso que era la cama de Severus. El hombre mayor se puso a horcajadas sobre sus caderas. Se apartó y miró a Harry como si admirara algo raro y hermoso. Sintió que su cara ardía bajo la mirada de admiración de Severus.

-Eres perfecto-. Severus se inclinó hacia delante y continuó besando el cuello de Harry, hasta la clavícula, y bajó hasta rozar con sus afilados dientes uno de los pezones de Harry. La sensación disparó rayos de placer por todo su cuerpo. Harry gimió y subió las caderas contra Severus. Agarró el dobladillo de la camiseta de Severus, pero el hombre siseó y agarró la mano de Harry, impidiéndole la exploración.

-Por favor, no lo hagas-.

-Quiero verte-.

-No... no quieres... no quieres ver debajo de mi camisa-.

Harry se tomó un momento para ordenar sus pensamientos, permitir que su mente volviera a la tierra.

-Te prometo que te seguiré queriendo, a pesar de lo que vea. Eres hermoso. Y yo tengo mis propias cicatrices-.

Severus apartó la mirada momentáneamente. Asintió lentamente. -De acuerdo-. Se pasó la mano por encima del hombro, agarró su camisa y se la saco por encima de la cabeza.

Incluso con la escasa luz, Harry pudo ver las cicatrices levantadas a través de la piel de Severus. No podía decir dónde terminaba una cicatriz y empezaba la siguiente. Le cruzaban todo el pecho y los hombros. Harry extendió una mano tentativa y rozó con los dedos el tejido cicatrizal hinchado. Severus mantuvo los ojos cerrados mientras su respiración se aceleraba nerviosamente.

-¿Son... son de esa noche en que Voldemort vio en mi cabeza? ¿Cuando vio mis pensamientos sobre ti?-.

Los labios de Severus se separaron para hablar, pero no salió ninguna palabra.

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