~N.º 4

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13 de agosto de 2021, Barcelona.

Cuatro días habían pasado desde que se fueron de fiesta, pero desde entonces Arizona no ha parado de hablar con Marco. Esa misma tarde habían acordado verse un rato, ya que al día siguiente el mallorquín regresaría a la capital española.

Arizona avisó a Noah de que iba a dar una vuelta y que no cenaría allí. La canaria sabía que algo le estaba ocultando, pero cuando volviese le preguntaría.

—Hola, Marco.— saludó sonriente la malagueña.

—Hola, Ari, ¿qué tal?— preguntó abrazando a la chica.

—Bastante bien, ¿tú?

—Bien, aunque no me apetece volver a Madrid, aquí estoy bastante bien. No quiero ver a tu hermano.

—Si sois uña y carne, es imposible que no quieras verlo.

Estuvieron andando durante unos minutos hasta que llegaron a la playa. De la bolsa de tela que llevaba Arizona al hombro sacó una toalla para poderse sentar. No había mucha gente a esa hora por lo que iban a estar tranquilos.

—¿Por qué querías verme?— preguntó Arizona apoyando las manos detrás de ella quedando así un poco tumbada.

—Quería disfrutar mis últimas horas en Barcelona con alguien especial. ¿Desde cuando nos conocemos Ari?

—Puf, difícil pregunta. Hace muchos años, ¿por?

—Porque hace tiempo me di cuenta de una cosa, pero me da miedo decírtelo y que todo cambie entre nosotros.

—Si no ha cambiado después de lo que pasó el otro día, dudo mucho que lo haga ahora, Marco— sonrió Arizona.

—Arizona, yo...— el mallorquín no pudo terminar lo que iba a decir ya que divisó a Javi yendo hacía ellos— ¿Qué pasa, Javi?

—Buenas chicos, ¿qué tal?— preguntó el catalán.

— Bien, ¿quieres quedarte con nosotros?— respondió sonriente Arizona.

—No quiero molestar, de verdad.

—Cállate y siéntate aquí— insistió la malagueña.

Los tres estuvieron animadamente hablando hasta que el teléfono de Marco sonó por lo que se levantó y se alejó de sus acompañantes para hablar tranquilamente.

—De verdad, creo que debería irme, a Marco no le ha hecho mucha gracia que me quedase. Lo he notado— dijo Javi levantándose de de la toalla.

—No creo que sea así, le caes bastante bien.

—Pero puede ser que le caiga bien y que haya venido en mal momento.

—Sabes que por mi te puedes quedar— sonrió la malagueña.

—Si fuera por ti, pasarían muchas cosas ahora mismo— insinuó Javi poniéndose de cuclillas delante de la chica.

—Y según tú, ¿qué cosas son?

— Lo que dejaste pendiente en la fiesta. Y sabes perfectamente de lo que hablo.

Ninguno dijo nada más ya que Marco apareció de nuevo. Javi se despidió de su compañero de selección y se marchó. Mientras Arizona estaba pensando en lo que acababa de decir el catalán, ¿sentía algo por él o realmente lo que casi sucedido en la discoteca fue debido a los efectos del alcohol?.

—Marco, no se me ha olvidado, ¿qué me ibas a decir antes de que llegara Javi?— dijo la malagueña para dejar de darle vueltas al asunto relacionado con el jugador catalán.

—¿Quieres saberlo?— suspiró esperando respuesta por parte de la chica— Ari, yo llevo mucho tiempo sintiendo cosas por ti, pero nunca me he visto capaz de dar el paso porque tu hermano estaba cerca, pero después de lo del otro día tenía que decírtelo. Me gustas y mucho.

—No pienses tanto en mi hermano, anda. Y, tú también me gustas bastante, Marco.

—¿De verdad?— preguntó sorprendido.

—No, pues claro bobo.

Las ganas del mallorquín no aguantaron y probó de nuevo los labios de Arizona, pero esta vez no había entre ellos copas ni alcohol. Necesitaba ese beso para confirmar lo que llevaba tres días rondando por su cabeza y muchos más años por su corazón. La quería. La chica aceptó encantada aquel beso.

—De momento no se lo decimos a Isco, ¿vale?— dijo Arizona después de separarse de Marco.

—Me parece una idea estupenda, me gustaría vivir más de veinticinco años— respondió divertido robándole un beso a la malagueña.

Al ver la hora que era se levantaron de la arena de La Barceloneta para ir a cenar a un restaurante que se encontraba en el paseo marítimo de esa misma playa. Era un lugar tranquilo y acogedor, donde cenaron con una charla distendida y entre muchas risas. Cuando terminaron, salieron del allí y Marco se ofreció a llevar a Arizona a casa de los González. Aunque la chica se negara el mallorquín al final la convenció.

—Gracias por traerme aunque no hacía falta, Marco— agradeció Arizona soltando el cinturón de seguridad.

—No me las des, me gusta ser tu chofer de confianza— rio.

—Nos vemos en Madrid— dijo Arizona para acercarse al rostro del chico y posar sus labios en los de él en un beso de despedida.

—Nos vemos en Madrid.

La chica se bajó del coche y entró en la casa de su amiga. Segundos después de eso escuchó como el vehículo del que se acababa de bajar volvió a arrancar alejándose calle abajo. Llamó al timbre y en escasos segundos la puerta la abrió Noah.

—¿Era Marco el del coche?— preguntó nada más a su amiga.

—¿Cómo lo sabes?

—No quiero sonar a persona que tiene problemas en la azotea, pero he escuchado como un coche ha parado en la puerta y mi lado cotilla ha salido y os he pillado.

—Pues sí, he quedado con él— dijo muy sonriente la malagueña yendo hacia el salón para sentarse junto al mayor de los hermanos—Hola, Fer— saludó.

—¿Y qué tal? No puedes ser tan escueta con estas cosas.

—Conoces a mi hermana, sabes que cuantos más detalles le des mejor— intervino el chico.

—Pues hemos hablado y pasado un rato como buenos amigos que somos, ya está.

—Me estás ocultando algo y voy a averiguar qué es. Esa sonrisa que llevas en la cara te delata, señora, que lo sepas— gritó ya que la malagueña había subido a cambiarse de ropa.

—Déjala que te lo cuente cuando ella quiera, Noah. No le metas presión— dijo Fernando cambiando de canal en la televisión.

—Joder, pareces papá hablando así.

Los dos rieron ante tal comentario y continuaron con lo que llevaban un rato haciendo. Buscar algo decente que ver en la tele, pero estaba siendo una misión completamente fallida.

—¿Ha vuelto ya Arizona?— preguntó Pedri lanzándose encima de sus dos hermanos.

—Sí, hace diez minutos o cosa así, ¿por?— respondió Noah— Como no te levantes te juro que te tiramos al suelo.

—Porque llevo toda la tarde sin verla y estaría muy feo que se hubiera ido sin despedirse del mejor de los hermanos González— sonrió Pedri.

—Confirmamos, le tiramos.

No dijeron nada más segundos después el pequeño de los tres besó el suelo de madera del salón. Había jugado con fuego y se quemó. En ese momento apareció Arizona que alucinó con la escena que había en esa habitación. Fernando y Noah riéndose sin parar sentados en el sofá y Pedri tumbado en el suelo con la cara pegada a este.

||Lights Down Low-Éric García||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora